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Infecciones por bacterias no tuberculosas, cada vez más frecuentes

15 Jun 2017 | Actualidad, Actualidad Grupo de Trabajo Actualizaciones Bibliográficas, Carrusel

Nontuberculous Mycobacteria in children. A Focus on Bloodstream Infections. Al Yazidi LS, Marais BJ, Hazelton B, et al. Pediatr Infect Dis J. 2017;36:374-378

Las micobacterias no tuberculosas pueden encontrarse en cualquier fuente de agua no tratada, productos no pasteurizados, plantas o animales. No existe evidencia de que pueda haber una transmisión persona a persona excepto de Mycobacterium leprae. Sin embargo, es llamativo el aumento de la incidencia de estas infecciones en muchos países postulándose causas como la disminución de la tasa de cobertura antituberculosa, la supervivencia de pacientes con patología crónica o el aumento de la sensibilidad de los test diagnósticos.

El objetivo del estudio es revisar las características clínicas y el manejo terapéutico de los niños con un cultivo positivo para micobacterias no tuberculosas con una especial mención a los hemocultivos positivos. En un periodo de 10 años se recogieron 149 aislamientos de micobacterias que correspondía a 65 pacientes. De ellos, únicamente 54 cumplía criterios de inclusión ya que se exigía no sólo un cultivo positivo, sino un cuadro clínico asociado que pudiera justificarse por éste. De los 54 pacientes, el 46.3% fueron diagnosticados de linfadenitis, 24.1% de infección pulmonar, 14.8% osteomielitis o infección de partes blandas y 14.8% de infección relacionada con catéter. Se aislaron 10 especies de bacterias diferentes, las más común Mycobacterium avium intracellulare (53.7%), mayoritaria en sistema linfático y pulmón.

La linfadenitis fue el cuadro más frecuente sobre todo en menores de 5 años y sin comorbilidad asociada. La infección de partes blandas fue asociada a heridas penetrantes, y la osteomielitis a fracturas abiertas y cirugías cardíacas. La fibrosis quística fue la patología concomitante más frecuente en la afectación pulmonar. Todos los pacientes con hemocultivos positivos, la mayoría Mycobacterium fortuitum, eran portadores de un catéter central (6 niños con patología oncológica, uno con enteropatía eosinofílica y otro con hemofilia). Aproximadamente en la mitad de los aislamientos se realizó antibiograma. Mycobacterium avium fue sensible a claritromicina de forma universal y la mayoría de las otras especies aisladas a amikacina.

Se discute la actitud terapéutica en los niños con infecciones relacionadas con catéter ya que algunos autores postulan tratamientos largos de hasta 4-8 semanas. Sin embargo, la experiencia de este grupo es buena con únicamente 7 días de tratamiento tras la retirada del catéter. Quizá esta pauta puede ser válida cuando la retirada del catéter no es una opción.

En conclusión, conviene acordarnos de las micobacterias no tuberculosas en nuestra consulta en linfadenitis o infecciones de piel y partes blandas que no siguen la evolución adecuada.

Sheila de Pedro del Valle
Hospital Nuestra Señora de Sonsoles. Ávila

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