Una gran proporción de niños presenta clínica de alergia alimentaria. Desde el 6-8% hacia el año de vida, reduciéndose la prevalencia progresivamente hasta el 3-4% al final de la infancia. Existe una gran asociación entre este tipo de alergia y el desarrollo posterior de asma y/o rinitis alérgica durante la primera o segunda década de la vida.
Debemos tener claro la diferencia entre la alergia a uno o varios alimentos y la sensibilización. Esta última implica la presencia de IgE frente a un alimento demostrada tanto por métodos “in vitro” (IgE específica) o “in vivo” (prick test) sin que se identifiquen trastornos clínicos. El cuadro alérgico lleva implícito clínica asociada relacionándola directamente con el alimento o alimentos sospechosos.
La proporción entre sensibilidad y alergia varía según la edad, siendo mucho mayor en menores de un año. En los 2 primeros años de vida la leche de vaca es el alimento implicado más frecuentemente en las reacciones alérgicas seguido del huevo. En la primera infancia aparecen otros como el trigo, la soja, los frutos secos, el pescado y el marisco. A partir de la primera década y la segunda los alimentos vegetales adquieren gran importancia.
La clínica en las reacciones alérgicas IgE mediada es mucho más conocida y “reconocible” que en las reacciones retardadas que frecuentemente corresponden a un mecanismo mixto o puro no mediado por IgE. Estas últimas suelen estar en relación directa con el aparato digestivo siendo típica la enterocolitis y/o proctocolitis. En un lactante con dermatitis atópica moderada o grave debemos investigar la presencia de alergia a algún alimento.
Para el diagnóstico de certeza de alergia alimentaria se debe realizar por orden de coste efectividad: prick test, IgE específica y, por último, si es necesaria prueba de provocación. Si en un niño diagnosticamos la presencia de sensibilidad a varios alimentos debemos realizar la retirada de uno en uno durante 15 días para valorar la mejoría clínica. Si no la hay se volverá a reintroducir aunque exista sensibilización. Si existen dudas se realizará una prueba de exposición controlada. Es importante no inducir a dietas estrictas no necesarias que puedan provocar deficiencias nutricionales.
No existe evidencia del beneficio de realizar prick test a un lactante antes de introducir un alimento nuevo. La introducción del beikost debe ser igual que un lactante sin alergia alimentaria sin retrasos, eso sí, mejor siempre si se realiza con lactancia materna.
Los niños alérgicos a la leche de vaca suelen serlo a las leches de otros mamíferos como la cabra y la oveja. La alergia al huevo suele implicar que también que lo sea al de otras aves. Entre los mariscos hay familias muy diferenciadas que deben ser estudiadas por separado. Entre los vegetales y frutos secos encontramos verdaderas reactividades cruzadas por compartir proteínas comunes como la profilina y la LTP (causante de reacciones graves).
Sheila de Pedro del Valle
FEA de Pediatría. Hospital Nuestra Señora de Sonsoles. Ávila