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Citomegalovirus congénito, ¿puede considerarse un programa futuro de cribado?

2 Dic 2020 | Actualidad, Actualidad Grupo de Trabajo Actualizaciones Bibliográficas

Prevalence and Clinical Manifestations of Congenital Cytomegalovirus Infection in a screening Program in Madrid (PICCSA Study) Blázquez-Gamero D, Soriano-Ramos M, Vicente M, Pallás-Alonso CR et al. Pediatr Infect Dis J. 2020 Nov;39(11):1050-1056.

La infección congénita por citomegalovirus (CMV) afecta a 0.2-2.4% de los recién nacidos siendo la principal causa de sordera neurosensorial no genética. Aunque la mayoría nacen asintomáticos, un 10-15% desarrollará secuelas a largo plazo. En España sólo se ha estudiado la prevalencia de la infección congénita por CMV en grupos de riesgo. El objetivo de este estudio es la utilización de la reacción en cadena de la polimerasa (PCR) para CMV en saliva para establecer la prevalencia de esta infección en recién nacidos sanos, así como la evaluación de hallazgos clínicos de los niños infectados.

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Se trata de un estudio prospectivo llevado a cabo en un hospital terciario de Madrid. Las muestras de saliva fueron recogidas en las primeras 72 horas de vida. Cuando se detectaba la presencia del virus se recogía una segunda muestra y una muestra de orina a lo largo de la primera semana. Se establecía una infección congénita confirmada cuando las muestras de saliva y orina eran positivas. En estos casos, se realizaba una evaluación física completa y se recogían muestras sanguíneas para hemograma, enzimas hepáticas y bilirrubina, y PCR de CMV en sangre. Así mismo, se solicitaba una ecografía cerebral, una resonancia magnética sin sedación y una exploración oftalmológica. En la evolución de estos niños se repetían los potenciales evocados auditivos a los 3 meses y se establecía un seguimiento neurológico a los 6, 12 y 24 meses. La primoinfección materna se consideraba al demostrarse seroconversión de anticuerpos o presencia de IgM e IgG con baja avidez (<40%). La infección no primaria era definida como la presencia de IgG con alta avidez (>50%) antes de las 12 semanas de gestación.

Se recogieron 3190 muestras de saliva (99% de los recién nacidos reclutados). Se obtuvieron copias de más de 120 UI/ml en 24, de ellos 15 fueron definidos como casos dada la positividad en la segunda muestra de saliva y la de orina. 13 recién nacidos se consideraron asintomáticos al nacimiento. Uno tuvo un cuadro tipo “sepsis-like” sin confirmación bacteriológica y en otro se demostró la presencia de hepatomegalia con ictericia y alteración del perfil hepático. No hubo diferencias significativas en la edad gestacional, perímetro cefálico y peso al nacimiento entre los dos grupos. Solo un niño con infección congénita fue prematuro.

Todos los casos pasaron los potenciales evocados con normalidad; en uno se diagnosticó una coriorretinitis con cicatriz macular y en 8 se describieron imágenes patológicas en la resonancia magnética. Las anomalías de la sustancia blanca fueron los hallazgos más descritos. Se ofreció tratamiento antiviral en éstos, y en la niña de la afectación oftalmológica siendo el valganciclovir oral el fármaco utilizado. En el paciente con cuadro de “sepsis-like” se optó por ganciclovir intravenoso.

Durante el seguimiento, se describió un retraso leve en el desarrollo de un niño y un retraso del lenguaje en otro, comprobándose audición normal. 14 de las 15 madres tenían una serología de CMV documentada. Sólo 4 se diagnosticaron como primoinfección. Todas las ecografías prenatales se habían considerado normales.

La prevalencia observada en el estudio fue del 0.47% similar a otras reportadas en países europeos. Sin un programa de screening sólo 2 de los niños hubiesen sido diagnosticados. La ratio de falsos positivos fue del 0.3% siendo el número de copias de CMV de estos niños menor que el de positivos confirmados pudiendo ser fácilmente discernibles. Una de las causas de falso positivo se identificó como la presencia de CMV en leche materna. Se estableció una posible asociación entre un número elevado de copias en saliva y la presencia de imágenes patológicas en la resonancia magnética que debe ser valorada en otros estudios.

Entre las limitaciones más destacadas se encuentra el hecho de que la población estudiada pertenece a un nivel socioeconómico más bajo del que se pueda encontrar en otras zonas de Madrid. No hay datos de la sensibilidad ni de la tasa de falsos negativos de las muestras de saliva.

En el estudio 1 de cada 200 niños fue diagnosticado de infección congénita por CMV. Una prevalencia 10 veces más alta que enfermedades metabólicas de las que actualmente se realiza screening en pruebas de talón. Valorar incluirlo en los programas de cribado debe ser precedido por estudios de coste-efectividad en nuestro país.

Sheila de Pedro del Valle
Pediatra. Hospital Nuestra señora de Sonsoles. Ávila

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