Larson-Nath C, Bashir A, Herdes RE, et al. Term infant formula macronutrient composition: An update for clinicians. J Pediatr Gastroenterol Nutr. 2025 Feb 10. doi: 10.1002/jpn3.70002
https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/39930711/
La elección de una fórmula infantil es una consulta frecuente en atención primaria y debe basarse en las necesidades individuales del lactante, considerando no solo la tolerancia digestiva, sino también posibles implicaciones metabólicas a largo plazo. Este artículo revisa la composición de macronutrientes en las fórmulas infantiles para recién nacidos a término, destacando sus indicaciones clínicas más relevantes.
El contenido proteico varía según el grado de hidrólisis. Las fórmulas con proteínas intactas (caseína y suero en distintas proporciones) son la opción estándar, pero en casos de predisposición atópica, digestión inmadura o trastornos funcionales, algunas guías sugieren el uso de fórmulas parcialmente hidrolizadas, aunque la evidencia de su beneficio en cólicos, reflujo y estreñimiento sigue siendo inconsistente. Para lactantes con alergia a la proteína de la leche de vaca, la primera elección son las fórmulas extensamente hidrolizadas, dejando las fórmulas de aminoácidos como alternativa en casos de alergia grave o no respuesta.
Los carbohidratos de la fórmula no solo aportan energía, sino que también influyen en la microbiota intestinal y la respuesta metabólica. La lactosa es el principal carbohidrato en la mayoría de las fórmulas, favoreciendo la absorción de calcio y el crecimiento de bifidobacterias. Sin embargo, algunas fórmulas sustituyen la lactosa por jarabe de maíz, sacarosa o maltodextrinas en casos de intolerancia a la lactosa o galactosemia. Este cambio no es trivial: se ha asociado con una mayor preferencia por sabores dulces, riesgo de obesidad y alteraciones en la microbiota intestinal. En atención primaria, se recomienda restringir el uso de fórmulas sin lactosa a indicaciones claras y evitar su prescripción para síntomas inespecíficos como gases o llanto.
El perfil lipídico también ha sido modificado para imitar la leche materna, con un equilibrio entre triglicéridos de cadena media (MCT) y de cadena larga (LCT). Los MCT, al no requerir sales biliares para su absorción, son clave en fórmulas diseñadas para lactantes con síndromes de malabsorción, colestasis o enteropatías. Sin embargo, un exceso de MCT puede comprometer el aporte de ácidos grasos esenciales, lo que debe considerarse en el seguimiento nutricional.
Un aspecto menos abordado en la consulta, pero relevante es la osmolalidad de las fórmulas, que depende del tipo de proteínas, carbohidratos y minerales presentes. Aunque las fórmulas hidrolizadas y con mayor contenido de azúcares suelen tener una osmolalidad más alta, la evidencia actual no demuestra que esto cause efectos adversos significativos en neonatos a término, por lo que no debe ser un criterio determinante en la elección de la fórmula.
Los autores concluyen que la amplia oferta de fórmulas en el mercado ha generado confusión entre familias y profesionales, con una tendencia a prescribir cambios en la fórmula ante cualquier síntoma digestivo sin una justificación clara. La evidencia disponible no respalda el uso indiscriminado de fórmulas especiales en lactantes sanos y refuerza la importancia de priorizar la lactancia materna o, en su defecto, una fórmula estándar salvo indicación bien establecida. En atención primaria, es fundamental optimizar la educación a las familias sobre la composición real de las fórmulas y evitar cambios innecesarios que pueden generar ansiedad y aumentar el riesgo de sobretratamiento.