La contaminación atmosférica externa puede causar o empeorar síntomas relacionados con los trastornos respiratorios del sueño (TRS) y con el asma nocturno. Varios artículos en adultos han señalado la relación entre esta exposición y el aumento de prevalencia de estos trastornos, pero en niños esta asociación apenas está estudiada: ese fue el objetivo de este estudio transversal.
De mayo 2015 a julio 2016, 564 niños de 1º de primaria (edad promedio 6 años, rango 5-9) fueron reclutados en colegios de 3 ciudades chilenas distintas. Se recogieron una serie de datos sociodemográficos (edad, peso, talla, resultados escolares, estatus económico, características de la vivienda, etc). Se examinaron las historias clínicas para ver prevalencia de asma, rinitis alérgica y síndrome de apnea obstructiva del sueño. Para evaluar los síntomas respiratorios, se les entregó a los padres dos cuestionarios: el Pediatric Sleep Questionnaire (PSQ) para evaluar los síntomas respiratorios asociados al sueño y el International Study of Asthma and Allergies (ISAAC) core questionnaire para síntomas respiratorios en general. De esta forma se reducía el sesgo que podía suponer que los padres confundieran ruidos respiratorios nocturnos, principalmente ronquidos con sibilancias tipo asmáticas, lo que quedaría recogido cada uno en cuestionarios distintos. Se evaluó después la relación exposición a contaminación atmosférica tanto con síntomas tipo TRS como con síntomas nocturnos del asma durante el sueño. Se obtuvieron datos meteorológicos sobre contaminación atmosférica procedente de la base de datos online de calidad de aire chilena.
La prevalencia de TRS según puntuación del PSQ fue de 17.7% (n=100), variando de forma significativa entre las 3 ciudades (Santiago 8.9%, Concepción 23.1% y Punta Arenas 34%). Ajustando para variables demográficas, se comprobó que niveles más altos de ozono, niveles más altos de dióxido de azufre y niveles más altos de humedad eran predictores asociados significativamente con síntomas respiratorios durante el sueño. Niveles de ozono y dióxido de azufre también se asociaban significativamente con síntomas nocturnos relacionados con el asma.
El epitelio respiratorio de los niños es más susceptible a la contaminación atmosférica por ser más permeable, por no tener la inmunidad plenamente desarrollada y también por inhalar mayor volumen de aire por peso corporal que los adultos, lo que conlleva un aumento en la exposición en general. Aunque no se puede decir que estos hallazgos sean sorprendentes per se, sí son relevantes a la hora de establecer el impacto sanitario pediátrico que tienen los niveles de contaminación atmosférica de nuestras ciudades.
Ana Martínez Pereira.
Residente de Pediatría. Hospital Universitario de Salamanca