Bramuzzo M, Grazian F, Grigoletto V, et al. Dietary Beliefs in Children and Adolescents with Inflammatory Bowel Disease and their Parents. J Pediatr Gastroenterol Nutr. 2022 Sep 1;75(3):e43-e48
https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/35706104/
Las enfermedades inflamatorias intestinales (EII) son de causa multifactorial en la que influyen los factores genéticos y epigenéticos, que conducen a una disregulación del sistema inmune. Estos últimos incluyen la exposición a agentes proinflamatorios, la interacción con la microbiota intestinal y la alteración de la permeabilidad intestinal, así como una alteración de los mediadores de la inflamación. Por ello, esta influencia del ambiente conduce a que los pacientes con EII lleguen a tener creencias relacionadas con la dieta, de modo que les influye a seguir comportamientos dietéticos de carácter restrictivo. Este estudio tiene como objetivo evaluar las creencias dietéticas en pacientes jóvenes con EII y sus padres, así como determinar la existencia de estas conductas.
Para ello se entregó un cuestionario relativo a las creencias dietéticas a pacientes con EII de entre 8 y 17 años y a sus padres. Se les facilitó un Cuestionario de Frecuencia Alimentaria a los pacientes con EII y a un grupo de control. Se entrevistaron a 75 pacientes y 105 padres. De ellos, 27 pacientes (36%) y 39 padres (37,1%) creían que las modificaciones dietéticas podían controlar el curso de la EII. Además, 25 pacientes (33%) y 33 padres (33%) creían que algunos componentes de la dieta podían prevenir la recaída o mejorar los síntomas, entre los que principalmente se encuentran el dolor abdominal y la diarrea, mientras que 36 pacientes (48%) y 60 padres (60%) creían que algunos alimentos podían inducir o empeorar los síntomas durante un brote de EII.
En rasgos generales, los pacientes del estudio creían que la leche, los lácteos, los alimentos fritos y picantes, los dulces y las bebidas carbonatadas podrían tener un efecto negativo en la EII, mientras que las frutas, las verduras y el arroz podrían tener un impacto positivo. Sin embargo, los padres creían que las frutas y las verduras tenían un efecto negativo en el transcurso de la enfermedad de su hijo. Estas respuestas no difirieron entre los pacientes clasificados según el fenotipo de la EII, el estado de actividad de su enfermedad o el tratamiento que estuviesen recibiendo en ese momento. En comparación con el grupo control, los pacientes jóvenes con EII redujeron el consumo diario de leche, carne para el almuerzo, así como las verduras crudas y cocinadas.
Aproximadamente un tercio de los pacientes pediátricos con EII, así como sus padres, tienen creencias dietéticas que conducen a comportamientos dietéticos restrictivos. Si bien es necesario profundizar en el conocimiento de la posible interacción entre la microbiota, comida y EII, se necesita educar al paciente y su entorno en su enfermedad, así como proporcionar una educación nutricional adecuada. Conocer esta realidad nos permitirá evitar adquirir comportamientos dietéticos inadecuados y prevenir en nuestros pacientes los posibles efectos perjudiciales de estas prácticas.