En este artículo se realiza una revisión de las recomendaciones sobre infección por Helicobacter pylori en niños y adolescentes. Se recogen recomendaciones (expresando la fuerza de la recomendación) sobre la indicación de los estudios no invasivos, invasivos, métodos diagnósticos y tratamiento.
El objetivo del estudio de los síntomas gastrointestinales es buscar la causa y no solo determinar si hay infección por H pylori. La realización de un examen no invasivo para detectar la infección y tratar, si la prueba es positiva, no se justifica, ya que en ausencia de lesiones a nivel gastrointestinal no se espera que mejoren los síntomas con el tratamiento. No se recomienda la realización de pruebas no invasivas para infección por H pylori en niños con clínica de dolor abdominal funcional (recurrente sin signos de alarma), estudio inicial de anemias y tallas bajas, aunque puede considerarse en casos de PTI (Púrpura trombocitopénica idiopática) crónica, si bien son necesarios más estudios.
El diagnóstico debe basarse fundamentalmente en el resultado de pruebas invasivas (endoscopia gastrointestinal superior con biopsias para cultivo, estudio anatomopatológico y otros). En los niños con enfermedad por ulcera péptica gástrica o duodenal se recomienda realizar pruebas de infección por H. pylori y si se identifica la infección debe tratarse y posteriormente confirmar la erradicación. Para la realización de pruebas invasivas y no invasivas se recomienda un período de al menos 2 semanas sin inhibidores de la bomba de protones y de 4 semanas sin tomar antibióticos.
Para alcanzar una tasa alta de erradicación en la terapia inicial los antibióticos se deben elegir según antibiograma, y si no se puede basarse en estudios regionales y/o nacionales. El tratamiento se debe administrar durante 14 días, haciendo hincapié a los padres en la adherencia estricta a éste. Si no se conocen los perfiles de susceptibilidad a los antibióticos se recomienda usar altas dosis de triple terapia (inhibidor bomba de protones, amoxicilina y metronidazol) o terapia cuádruple (bismuto e inhibidores de la bomba de protones, asociando en menores de 8 años amoxicilina y metronidazol; y en mayores de 8 años metronidazol y tetraciclinas). El éxito del tratamiento se debe monitorizar después de 4-8 semanas con pruebas no invasivas fiables. Los tratamientos con claritromicina se deberían reservar a los niños infectados con cepas sensibles. No hay evidencia actual suficiente que apoye el uso de probióticos en la terapia.
Ángel Martín Ruano
Pediatra de EAP. CS San Bernardo Oeste. Salamanca
Profesor Asociado. Facultad de Medicina. Universidad de Salamanca