Noelia Rodríguez, directora de la Universidad Europea de Valencia en el campus de salud en Alicante, y Grupo de Trabajo de Vacunas y Enfermedades Infecciosas en AP (VACAP).
Durante el embarazo y la lactancia, las madres experimentan cambios inmunológicos que son esenciales para la crianza (1). Esta adaptación conforma un estado único de equilibrio entre la inmunidad materna y fetal, necesaria para promover y apoyar la propia gestación y el crecimiento del feto (2). El sistema inmunológico está activo y funcional durante el embarazo.
Cuando esta adaptación se ve alterada por la infección, el equilibrio se rompe y puede producir como ya sabemos diferentes tipos de consecuencias dependiendo tanto del agente infeccioso, (virus, bacterias, hongos o protozoos) como del momento en el que se produzca: durante la gestación (infección congénita), durante el parto (infección perinatal) o a través de la lactancia materna (infección postnatal).
Por todo lo comentado y para evitar riesgos, resulta vital que la mujer con deseos de descendencia sea valorada por parte de un profesional de forma previa al embarazo, así como un seguimiento periódico durante el propio embarazo, contando con la inestimable ayuda que nos ofrecen las vacunas. La salud materna tendrá un impacto en la salud futura del recién nacido, por eso la investigación en este campo resulta crucial. Los profesionales de la salud deben ser conscientes de su rol promotor de la inmunización, ya que la mujer gestante representa un grupo vulnerable para determinadas infecciones (3).
En un artículo reciente, Fernandes KA et al (4) se habla de un término que habla precisamente de esta transferencia entre ambos y para ello utiliza un concepto muy novedoso “la educación inmunológica”.
La educación inmunológica comienza intraútero y se desarrolla teniendo en cuenta los factores ambientales en los que se ve inmersa la gestante y posteriormente la puérpera durante la lactancia materna impactando en el feto-neonato. Este proceso comprendería la transferencia de anticuerpos maternos, los cambios en el microbioma materno, los metabolitos derivados de la microbiota, y la transferencia de células inmunitarias y citocinas a través de la placenta o de lactancia materna. Todos estos mecanismos, se pueden ver juntos en esta figura del trabajo antes mencionado (4). Figura 1.
Distinguimos dos tipos de vías desde la que se puede producir este intercambio de células de forma natural entre la madre y el feto: la transplacentaria y la realizada a través de la lactancia materna (5).
ANTICUERPOS
Los anticuerpos atraviesan la placenta tras la inmunización de la madre, haciendo posible la protección contra infecciones maternas, congénitas y neonatales. La IgG se transfiere activamente a través de la placenta a partir de la semana 13 y esta aumenta significativamente durante el tercer trimestre. Por otro lado, la gestante o puérpera vacunada también es capaz de transmitir anticuerpos a través de la lactancia materna (6).
MICROQUIMERISMO (MMc)
Dentro del útero, las células maternas se infiltran en el feto y circulan por su torrente sanguíneo, de la misma forma, la madre tras el parto también presentará células del feto que persisten. El fenómeno de las células maternas que residen en la descendencia, y viceversa, se llama microquimerismo, definido como células de un individuo que residen en otro individuo genéticamente distinto.
Podemos hablar aquí también de microquimerismo placentario y micoquimerismo a través de la lactancia materna. En el MMc placentario se pueden detectar muchas subpoblaciones de células en sangre de cordón, siendo especialmente importante en las células T de memoria (7).
El MMc en la leche materna se ha visto una transferencia de células maternas en cantidades constantes con independencia de la duración de la lactancia y procedentes del tejido linfoide materno paso de IgGs, IgAs, células T y células plasmáticas. De esta forma, los neonatos adquirirían protección inmunitaria a partir de los linfocitos de la leche que se originan en el intestino y la mucosa de las vías respiratorias superiores de la madre (8,9).
En resumen, una compresión más profunda sobre lo que representa la inmunidad materno-fetal puede ayudar a mejorar el estado inmunitario de los futuros bebes. Este complejo proceso en el que intervienen anticuerpos, células y citocinas desempeñará un papel crucial en la configuración del sistema inmunitario del recién nacido.
Bibliografía
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- Rodríguez-Blanco N, Ibarra-González L, Vegara-López I, Orts-Cortés MI. Evaluación de una intervención comunitaria para incrementar la cobertura vacunal de la gripe en mujeres embarazadas. Aten Primaria. 2023;55(8):102652.
- Fernandes KA, Lim AI. Maternal-driven immune education in offspring. Immunol Rev. 2024 May;323(1):288-302.
- Bianchi DW, et al. Male fetal progenitor cells persist in maternal blood for as long as 27 years postpartum. Proc Natl Acad Sci U S A. 1996;93(2):705-8. 2. Evans PC, et al. Longterm fetal microchimerism in peripheral blood mononuclear cell subsets in healthy women and women with scleroderma. Blood. 1999;93(6):2033-7.
- Jones C.E., Calvert A., le Doare K. Vaccination in Pregnancy—Recent Developments. Pediatr. Infect. Dis. J. 2018;37:191–193.
- Kanaan SB, et al. Maternal microchimerism is prevalent in cord blood in memory T cells and other cell subsets, and persists post-transplant. Oncoimmunology. 2017 Mar 31;6(5):e1311436.
- Fan Y, et al. Unravelling the mystery of stem/progenitor cells in human breast milk. PLoS One. 2010 Dec 28;5(12):e14421.
- Laouar A. Maternal Leukocytes and Infant Immune Programming during Breastfeeding. Trends Immunol. 2020;41(3):225-239