En este artículo se recogen los resultados de la encuesta realizada por 579 Pediatras de Atención Primaria (la mayor parte formados vía MIR y trabajando en el sistema Público en exclusiva) sobre las actitudes frente a la introducción de la alimentación complementaria (AC) y sobre la modalidad baby-led-weaning (BLW: uso de alimentos enteros, de formas alargadas y estrechas para que los lactantes puedan cogerlos y llevárselos a la boca).
La mayoría de los encuestados utilizan como recurso una hoja informativa sobre alimentación y es llevado de forma conjunta con enfermería. En el 60% se introduce la AC a los 6 meses, el 25% a los 5 meses y el 10,7% a los 4 meses. Un 95% refiere la flexibilidad en la edad de introducción. El 39% inicia con cereales y un 44% no muestra preferencia por ningún alimento de inicio. El 54% recomienda la masticación tan pronto como el niño tiene interés. Un 61% recomienda cuchara como método inicial y un 21,4% biberón. Un 79% conoce el BLW, pero solo lo recomienda sistemáticamente un 6,6% de los pediatras, y un 45% lo recomienda a veces. Los motivos para no recomendarlo incluye: falta de información (67%), escasa evidencia (10%), miedo al atragantamiento (10%), escaso aporte energético (5%), y riesgo de ferropenia (1,4%). Un 20-35% de los Pediatras no tiene experiencia.
Se hace una revisión sobre el método BLW y la versión modificada Baby-Led Introduction to SolidS (BLISS). El BLW se relaciona con una menor presión sobre los hijos para comer, con un mejor control del apetito entre los 18-24 meses y un IMC menor. Otros estudios lo asocian con una mayor tendencia a consumir grasa, especialmente de tipo saturada y con ingestas menores de hierro, zinc y vitamina B12. El BLISS se relaciona en otro artículo con un crecimiento adecuado, pero no con un menor riesgo de sobrepeso a los dos años de edad. Daniels encuentra que no hay diferencias significativas entre el grupo que usa el método BLISS y el que lleva a cabo la AC con purés en relación con la ingesta energética total, el consumo de nutrientes, la ingesta de hierro, la concentración plasmática de ferritina y la prevalencia de anemia.
En resumen se destaca la necesidad de los Pediatras de adquirir mayores conocimientos sobre este método, al mismo tiempo que es necesario obtener mayor evidencia sobre la seguridad, los riesgos y el impacto que puede tener en el desarrollo y crecimiento del niño.
Ángel Martín Ruano
Pediatra de EAP. CS San Bernardo Oeste. Salamanca
Profesor Asociado. Facultad Medicina. Universidad de Salamanca