Actualidad

Mesa MIR

21 Oct 2018 | Actualidad, Carrusel, Cursos y Jornadas

Viernes,
26 de octubre
15:30-17:00
MESA MIR
SALA DE CONFERENCIAS 2.1

Moderadora:
Dra. Olga González Calderón. Salamanca. 

Ponentes:

  • «Mamá, me voy de misión». Experiencia en el mundo humanitario.
    Mamiko Onoda Onoda. Madrid
  • La formación del residente: luces y sombras.
    Ruben García Sánchez. Salamanca.

Tras cuatro años de residencia de pediatría las preguntas que se hace el residente de último año siguen siendo: ¿y ahora qué? ¿Cuál es la mejor opción para quedarme en el hospital dónde estoy? ¿A dónde debería irme o cómo hacer para poder dedicarme a lo que realmente me gusta? Y muchas más dudas que se nos pasan por la cabeza. Nosotros pediatras tenemos bastantes opciones al terminar la residencia y muchas son compatibles entre ellas:

• “Subespecialidad” en un hospital español o en el extranjero (fellowship) aunque hay que recordar que lamentablemente las subespecialidades pediátricas no están reconocidas como tal en España.
• Máster.
• Investigación.
• Atención primaria.
• Guardias tanto en hospitales públicos como privados.
• Trabajar para una organización no gubernamental (ONG).

O simplemente tomarte un tiempo de vacaciones o plantearte volver a hacer el MIR y sacarte otra especialidad. En mi caso, tras varias idas y venidas finalmente llegué un día a casa para decir: “mamá, me voy de misión con Médicos Sin Fronteras”. Y ya van dos misiones.

La formación del residente es un periodo transcendental dentro de la vida profesional del médico. Los años de aprendizaje a los que se enfrenta el médico interno residente van a dejar una huella indeleble en su quehacer posterior. La residencia supondrá los cimientos sobre los que se sustentará su práctica profesional una vez concluida esta etapa. Ahí radica la vital importancia de esta fase preparatoria puesto que al concluir la misma, la sociedad entenderá que ese médico ha adquirido los conocimientos necesarios para un buen ejercicio.

Y esa notoria relevancia que adquieren estos años de formación tiene el hándicap de que no hay marcha atrás, que lo que se aprenda o no durante los mismos tendrá un efecto a corto y largo plazo. Desde luego, es sabido que el médico, y más en la era actual en la que la información se incrementa exponencialmente cada día con las herramientas informáticas de las que disponemos, debe someterse a un proceso continuo de reciclaje y que sus conocimientos están actualizándose constantemente con ánimo de llevar a cabo su cometido con calidad. Pero no es menos cierto que durante la residencia se va a depositar el sustrato fundamental de cara a desempeñar su labor futura. Por todo ello, el médico residente debe afrontar ese periodo con enorme responsabilidad, no ya asistencial, sino moral, puesto que en juego está convertirse en un facultativo referente o, por el contrario, en un sanitario lleno de dudas y limitados recursos.

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