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Pautas de larga y corta duración para el tratamiento de la infección urinaria

28 Mar 2025 | Actualidad, Actualidad Grupo de Trabajo Actualizaciones Bibliográficas, Noticias

Mueller GD, Conway SJ, Gibeau A, Shaikh N. Short-versus standard-course antimicrobial therapy for children with urinary tract infection: A meta-analysis. Acta Paediatr. 2025 Mar;114(3):479-486

https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/39690862/

La infección del tracto urinario (ITU) es una de las infecciones bacterianas graves más comunes en los niños. El último metanálisis realizado en 2012 establece que una duración estándar del tratamiento antimicrobiano se asocia a una menor incidencia de bacteriuria al finalizar el tratamiento. Revisando las nuevas publicaciones al respecto, el texto recoge una revisión sistemática sobre los daños y beneficios de realizar terapias antimicrobianas de corta duración comparándolas con las que se utilizan habitualmente.

Se consideró población a estudio niños desde el nacimiento hasta los 18 años con infección urinaria definida como bacteriuria (recuento en cultivo de orina de más de 10.000 UFC/ml) con al menos uno de los siguientes síntomas: fiebre, disuria, polaquiuria, incontinencia y dolor abdominal o localizado en flancos. Mediante la búsqueda en MEDLINE y EMBASE se recogieron los ensayos aleatorizados que comparaban la eficacia de terapias de corta duración (2-5 días) frente a los tratamientos estándar (6-14 días). Los antibióticos debían ser administrados vía oral. Se eliminaron los estudios en los que el tratamiento consistía en una única dosis de antimicrobiano. El principal objetivo a analizar fue la persistencia de ITU al final del tratamiento. Otros objetivos considerados secundarios fueron la persistencia de bacteriuria al final de la terapia antibiótica, el diagnóstico de una nueva ITU o bacteriuria entre los 25 y 60 días después del tratamiento y la presencia de efectos adversos.

Después de aplicar los criterios de inclusión únicamente 9 estudios con una muestra total de 1171 pacientes fueron seleccionados. Todos excepto dos realizaron la aleatorización de la duración del tratamiento el día del diagnóstico (en estos dos se estableció tras la resolución de la fiebre). En cuanto a los objetivos, sólo dos de los estudios que incluían a 806 niños analizaron el principal. En el grupo de tratamiento de corta duración se obtuvo un 2.2% (IC: 0.0-4.3, I2= 82.8%) más de riesgo de incidencia de ITU con respecto al de larga duración. Debido a la heterogeneidad de los resultados entre estos dos estudios (I2= 82.8%), los autores decidieron realizar un análisis teniendo en cuenta la presencia de fiebre al diagnóstico, dado que la mayoría de la muestra reclutada estaba afebril en este momento. En este sentido, en los niños febriles (n=392) no hubo diferencias significativas entre la terapia de corta o larga duración (DR= 0.4%, IC -2.8 a 3.6). Aun así, la heterogeneidad descrita entre los datos no disminuyó (I2 82.8% al 76.9%). En los pacientes afebriles la diferencia de riesgo se estableció en 3.8% (IC: 0.9-6.8) más para las pautas de corta duración.

La presencia de bacteriuria al final del tratamiento se analizó en 8 estudios en un primer momento (1029 pacientes), con un exceso de riesgo de 8.7% (IC=5.3-12.2, I2=49.9) en los niños randomizados con terapia corta. Tras el análisis de riesgos, con la exclusión de los estudios que presentaban un riesgo de sesgos más elevado, la diferencia de riesgo cayó al 7.3% (IC3.4-11.1, I2=26.6%). Aunque la diferencia de riesgo es elevada, hay que tener en cuenta el significado clínico de la misma, dado que en ausencia de síntomas la bacteriuria no es considerada patológica.

En la recidiva de ITU o bacteriuria en los siguientes 25-60 días no hubo diferencias significativas entre las dos pautas (RD=-1.0%, IC-3.7 a 1.7, I2=73.1% y RD=5.2, IC -3.9 a 14.4, I2=0% respectivamente) incluso después de excluir los estudios con mayor riesgo de sesgos. No se observaron diferencias en la presencia de efectos adversos.

Hay que destacar varias limitaciones en esta revisión como la imposibilidad del análisis de pacientes a nivel individual. Además, en los estudios incluidos los resultados no se ofrecieron de manera uniforme.

Como conclusión se puede destacar que la evidencia sugiere que en los niños con sospecha de ITU sin fiebre en el momento de la presentación pueden beneficiarse de tratamientos antimicrobianos más cortos dado que no hay diferencias en los resultados con la duración estándar. A pesar de que la literatura analizada sugiere que podría pasar lo mismo con los niños febriles, las pequeñas muestras en este caso y la heterogeneidad de los estudios hacen que no se pueda dar una recomendación sólida. Por ello futuros estudios podrían ser más rentables si se centraran en estos últimos pacientes.

Sheila de Pedro del Valle. Hospital Nuestra Señora de Sonsoles. Ávila

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