Actualidad

Pediatría desde el punto de vista del cine… El abrazo de la ciencia, el arte y la humanización

21 Oct 2018 | Salud

Viernes,

26 de octubre
12:30-14:00

CONFERENCIA EXTRAODINARIA NESTLE ESPAÑA
AUDITORIO 1

EL CINE Y LA PEDIATRÍA
Moderadores:
Juan Manuel González Pérez. Almería
Fernando García-Sala Viguer. Valencia

Ponente:

Javier González de Dios. Alicante

El cine es posiblemente la manifestación artística más completa a la hora de plasmar una enfermedad (se ve, se oye y se siente). El cine se convierte en un método ideal para mostrar una mirada holística de la salud y enfermedad. Además, los cineastas casi nunca se han ocupado de enfermedades en sí, sino siempre de enfermos, de su vida, de su lucha por sobrevivir, de sus circunstancias personales y con una mirada
humanitaria e integral, que los médicos podemos utilizar para una labor educativa.

El cine, universidad de las emociones en la salud y en la enfermedad, presenta los tres momentos de la experiencia narrativa: prefiguración, configuración y refiguración. Y eso nos sirve para ver el cine con otros ojos, en lo que se conoce como la observación narrativa:

• Prefiguración es la experiencia previa, es decir, las creencias, valores, actitudes, prejuicios ante una enfermedad o una situación concreta; es el “antes de…” ver una película.
• Configuración es la experiencia imaginada, es decir, el mundo de la ficción que nos proporciona la película.
• Refiguración es la experiencia interpretada, es decir, la conjunción entre el mundo de ficción y el mundo del espectador; es el “después de…” ver una película. La refiguración tiene mayor valor cuando se comparte, cuando se comenta y valora en grupo, bien como una vuelta al
cine fórum (tantas veces reivindicado) u otras fórmulas de compartir el valor emocional y docente del cine.

El cine, con su imagen y sonido, es un despertador de emociones dentro de la “cultura del espectáculo”. En concreto, el proyecto Cine y Pediatría (los libros, el blog, los talleres…), plantea dos objetivos claros (que son el subtítulo de los libros): “una oportunidad para la docencia y la humanización en nuestra práctica clínica”. Para educar en Pediatría a través del cine hay que tener muy presente la selección de la película es clave, así como la elección del receptor. En algunas películas, las enfermedades se utilizan de modo contextual, para dar verosimilitud al argumento; en otras, son el centro del argumento. Según García-Sánchez, editor de la revista Medicina y Cine, las películas se pueden clasificar en:

• Saludables: no hay rastro de enfermedad.
• Puntuales: solo aparece alguna alusión a la enfermedad.
• Relevantes: el proceso mórbido acompaña de modo constante a alguno/s de los protagonistas.
• Argumentales: la película se centra en el impacto que causa la enfermedad, y estas son las que interesan a Cine y Pediatría, incluyendo aquellos films que incluyen los problemas propios de la pediatría social que afectan a la infancia, adolescencia y familias.

Porque podemos decir que algunas patologías médicas son especialmente proclives a ser tratadas por el cine (de forma puntual, relevante o argumental) y, entre ellas, destacan las patologías psiquiátricas, infecciosas, oncológicas y, sin duda, la pediatría, en sus múltiples ámbitos (médicos y sociales).

Una buena película puede ayudar a comprender mejor al ser humano, sobre todo desde un plano emocional. Porque el cine, en definitiva, desarrolla la sensibilidad, la capacidad de observación y percepción, la asociación de ideas, reflexiones y nuevas formas de pensamiento, y facilita la exteriorización de los sentimientos. Puede a la vez servir de ayuda para encontrar nuevas formas de interaccionar con los pacientes, para aprender a respetar su autonomía, para pensar críticamente y romper algunos esquemas predeterminados. Puede, por último, ayudar a conseguir una mayor sensibilización social ante la enfermedad, la atención sociosanitaria, el dolor y el duelo (individual, colectivo y social), etc. Y este es el objetivo prioritario de Cine y Pediatría: que nos atrevamos a “prescribir” películas, al igual que prescribimos antibióticos o radiografías. Pero el acto de prescribir películas es algo muy serio. Porque, al igual que cualquier medicamento tiene indicaciones y contraindicaciones, condiciones de uso, interacciones y efectos adversos, asimismo, una película debe mirarse con los mismos ojos. No consiste en prescribir, sino en prescribir bien. No consiste en recetar, sino en hacer un buen uso de aquellas películas con alto valor humano, afectivo y emocional, por sus enseñanzas: en este caso hablamos de las denominamos como películas “argumentales”.

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