Why Pediatricians Fail to Diagnose Hypertension: A Multicenter Survey
Merijn W. Bijlsma, Hester N. Blufpand, Gertjan J. L. Kaspers,D, and Arend Bokenkamp. J Pediatr 2014;164:173-7.
http://www.jpeds.com/article/S0022-3476(13)00945-1/fulltext
La prevención de las enfermedades cardiovasculares debe comenzar desde la infancia, fundamentalmente haciendo un control adecuado de los factores de riesgo. Uno de ellos es la hipertensión arterial. Los niños con elevación de la tensión arterial tienen más probabilidades de desarrollar esta enfermedad en la edad adulta y la intervención precoz puede disminuir la progresión a enfermedad cardiovascular. En los últimos años se ha detectado un aumento de esta patología paralelo al aumento de obesidad.
En este estudio se evalúa a 200 profesionales pediatras y residentes de pediatría, de los Países Bajos, fundamentalmente hospitales universitarios con consultas ambulatorias, a través de un cuestionario donde se recogen datos demográficos, conocimiento de la definición de pre-hipertensión e hipertensión. Se incluyen 12 casos clínicos que tienen que identificar y diagnosticar (seis de ellos normales, dos con pre-hipertensión, dos con hipertensión grado 1 y dos con hipertensión grado 2. De los principales resultados destaca que el 71 % de los participantes refiere que mide la TA en las visitas ambulatorias solo si tienen factores de riesgo asociados. Otro dato destacable es que el 65 % de los participantes solo compara los datos con tablas de referencia si sospecha que están por encima de la normalidad. De los 12 casos clínicos aciertan el diagnostico en 7,1 +/- 2,1 casos. El 74 % de los participantes subestiman al menos un caso de hipertensión o pre-hipertensión y lo califican como normal. Estos datos son similares a otros publicados con anterioridad.
Deberíamos reflexionar sobre la importancia de la toma de la tensión arterial en la infancia (PREVINFAD recomienda al menos una entre los 3-6 años y otra a partir de los 11 años, y por supuesto siempre en caso de factores de riesgo asociado), la necesaria comparación con las tablas de referencia (sexo, edad, talla) para una adecuada valoración, y en este último punto la inestimable ayuda que puede prestar la informatización de la historia clínica y los datos de referencia.
Angel Martín Ruano
Pediatra de EAP. CS San Bernardo Oeste. Salamanca
Profesor Asociado. Facultad Medicina. Universidad de Salamanca