El próximo viernes 1 de octubre entre las 15:15 y las 16:45 tendrá lugar la mesa redonda simultánea «¿Psicopandemia de COVID-19 en la infancia?» Con la participación del Dr. Anselmo Hernández Hernández de Tenerife como moderador y los ponentes Dra. Azucena Díez Suárez de Pamplona y Dr. Pedro Rodríguez Hernández de Tenerife.
En diciembre de 2019 se declaró el primer caso de SARS COVID-19 en Wuham (China), en enero en España y en marzo toda la población española se vio sometida a un confinamiento domiciliario sin precedentes. Los niños dejaron de acudir al colegio y permanecieron en sus casas durante casi tres meses. Algunos tuvieron reacciones iniciales muy positivas, los niños más pequeños porque era una “aventura” y podían pasar más tiempo con sus padres, los adolescentes porque se reducía la exigencia académica y podían pasar más tiempo en internet. Aunque las circunstancias que rodean a cada familia son muy diferentes, todos los niños y en especial los adolescentes, tuvieron que adaptarse al aislamiento social, sedentarismo, estudios a distancia y otras circunstancias adversas. En algunos casos, a esto se sumó el sufrimiento asociado a la adversidad económica, a una aparición o empeoramiento de la violencia doméstica, y a la vivencia de la enfermedad o incluso al fallecimiento por COVID de sus seres queridos. Tras el confinamiento, el uso de mascarillas ha empeorado asimismo la interacción social y los aprendizajes, muchos niños se han visto sometidos a nuevos periodos de aislamiento por contacto, y se han encontrado con más dificultades académicas tras un periodo de menor exigencia.
La ausencia de estímulos, la ruptura con las rutinas habituales, la apatía, y el estrés descrito anteriormente han sido los principales factores asociados a un empeoramiento en la salud mental de los niños, en especial los adolescentes, ya que para ellos las relaciones sociales y las rutinas cobran especial importancia.
En un reciente artículo publicado en la revista europea de psiquiatría, se afirma que los profesionales sanitarios estaremos en contacto con problemas relacionados con la salud mental, en niveles que nunca imaginaríamos. Los niños y adolescentes suponen una población especialmente vulnerable debido a la inmadurez de sus mecanismos de defensa ante situaciones amenazadoras. La susceptibilidad aumenta en aquellos niños ya diagnosticados de alguna patología mental.