El autor hace una interesante reflexión sobre las recomendaciones en nutrición. La alimentación es uno de los pilares básicos de un estilo de vida saludable, que podría evitar el desarrollo de muchas enfermedades crónicas en los países desarrollados (obesidad, cáncer, diabetes, enfermedad cardiovascular). Los profesionales sanitarios realizan habitualmente recomendaciones sobre alimentación en el contexto de la prevención y promoción de la salud.
La investigación en nutrición es complicada, es difícil establecer relaciones causales entre un factor y una enfermedad a largo plazo, que además tiene un origen multifactorial. Hay que valorar también el resto de la alimentación, y otros componentes del estilo de vida como el sedentarismo y el estrés. Otras dificultades son el tiempo de latencia prolongada, la dificultad en la medición de la exposición, la nomenclatura, etc. En investigación sobre nutrición muchas veces no es fácil ni posible los ensayos clínicos controlados y aleatorizados (ECA), y la mayor parte de los estudios realizados son observacionales con una menor capacidad para demostrar relaciones de causalidad y con limitaciones. Como ejemplo se apunta la relación entre vitaminas y antioxidantes con la enfermedad cardiovascular (estudios epidemiológicos y modelos teóricos lo apoyarían, pero no se ha demostrado en estudios de intervención y en metanálisis).
Otro aspecto a destacar es el carácter cambiante de las recomendaciones, poniendo varios ejemplos, uno de ellos la introducción de la alimentación complementaria que durante muchos años se hacía de manera rígida y que posteriormente ESPGHAN comprobó que la gran mayoría de esas recomendaciones no tenían justificación y que solo unas pocas contaban con un nivel de evidencia suficiente. Otro ejemplo es la edad de introducción del gluten, que se realizó en base a conclusiones precipitadas y que ha sido necesario modificar en varias ocasiones.
La discrepancia entre grupos de expertos viene de la falta de uniformidad a la hora de medir la exposición y de interpretar los resultados, y a este respecto hace un recorrido sobre la situación de las bebidas azucaradas y los zumos 100% procedentes de frutas.
La influencia de la industria alimentaria en la investigación en nutrición es innegable: presión de la industria del azúcar en los años sesenta y más recientemente se recoge en un reciente estudio que concluyó que entre los años 2011 y 2015 un total de 95 instituciones sanitarias y de salud pública en EE.UU. habían recibido patrocinio de Coca Cola o PepsiCo que además hicieron presión contra 29 proyectos de ley de salud pública destinados a reducir el consumo de refrescos o mejorar la nutrición. Los conflictos de interés son frecuentes: si existían conflictos de intereses tenían cinco veces más probabilidades de presentar una relación no concluyente entre bebidas azucaradas y sobrepeso. Más del 80% de las revisiones no financiadas por la industria concluyeron que sí existía esta relación.
Las limitaciones que tiene la investigación en el campo de la alimentación dan lugar en ocasiones a recomendaciones cambiantes o controvertidas, que pueden confundir a los profesionales sanitarios y a la población en general. No es fácil para las autoridades públicas, e incluso para los expertos, analizar la evidencia disponible, y elaborar recomendaciones concretas que deben establecerse con la mayor prudencia y rigor posibles.
Ángel Martín Ruano
Pediatra de EAP. CS Miguel Armijo. Salamanca
Profesor Asociado. Facultad Medicina. Universidad de Salamanca