Vandenplas Y, Orsi M, Benninga M, et al. Infant gastroesophageal reflux disease managment consensus. Acta Paediatr. 2024 Mar;113(3):403-410
Infant gastroesophageal reflux disease management consensus – PubMed (nih.gov)
El reflujo gastroesofágico es un proceso benigno en el que existe paso de contenido gástrico hacia el esófago. Cuando esta situación genera síntomas nos enfrentamos a la enfermedad por reflujo gastroesofágico (ERGE). La prevalencia de ERGE a nivel global no está establecida, aunque se considera que más del 25% de los lactantes tienen síntomas de forma diaria que se van resolviendo a lo largo del primer año. Clásicamente, se acompaña de llanto inconsolable, irritabilidad, regurgitaciones excesivas y dificultad para establecer el sueño con un alto impacto en la calidad de vida de niños y padres. En muchos casos, el establecimiento de modificaciones dietéticas puede ser suficiente para su resolución. La ansiedad parental y la inespecificidad de los síntomas pueden llevar a establecer tratamientos infructuosos o no necesarios. Es importante distinguir entre el reflujo ácido y no ácido, ya que el enfoque terapéutico será diferente. Un ph >6.0 establece una falta de eficacia de la supresión ácida. Considerando que la mayoría de episodios de reflujo son no ácidos o poco ácidos y que existe una amplia tendencia a la prescripción de inhibidores de bomba de protones (IBPs) o antagonistas H2, este documento establece unas recomendaciones a forma de consenso. Mediante la técnica Delphi, 6 expertos gastroenterólogos a nivel mundial emiten una serie de enunciados sobre la historia natural de la ERGE, su diagnóstico y su manejo.
Entre las generalidades y con un 100% de consenso indican que el reflujo gastroesofágico en sí es un proceso benigno, altamente prevalente que causa inquietud parental y visitas al pediatra. Cuando genera síntomas que impactan en la calidad de vida o complicaciones pasa a ser denominado enfermedad por reflujo gastroesofágico. Ninguna de las dos situaciones se considera una razón para interrumpir la dieta con lactancia materna, de hecho, el mantenimiento de esta ha demostrado una resolución más precoz de la sintomatología.
En cuanto al diagnóstico y nuevamente con un 100% de consenso, inciden en la caracterización del reflujo como ácido o no ácido. El tratamiento irá encaminado hacia el tipo de reflujo predominante. Para su investigación se utilizan técnicas relativamente invasivas (ph-metría e impendanciometría), no disponibles en todos los centros por lo que deben ser usadas en situaciones que requieran una caracterización concreta. Hay una falta de conciencia entre padres y algunos profesionales sobre la existencia y la sintomatología relacionada con el reflujo de características no ácidas incluso cuando éste es generalmente predominante entre los episodios de un mismo niño. Se sugiere que la cantidad y no el pH puede ser más significativa a nivel clínico.
A nivel de tratamiento, los expertos establecen que hay una escasa adherencia general a las guías de manejo para esta patología estableciendo conductas y tratamientos inconsistentes. De forma frecuente se inician tratamientos antiácidos incluso en reflujos caracterizados como no ácidos a pesar de su falta de eficacia. Si hay sospecha de reflujo ácido puede realizarse una prueba terapéutica con IBPs durante un periodo menor de 8 semanas a dosis de 1-3 mg/kg, y si no se considera efectiva debe retirarse. La evidencia para el uso de agentes procinéticos como tratamiento del reflujo es baja y no está exenta de efectos adversos. No existe una terapia estándar para los lactantes con síntomas de reflujo no ácido, especialmente los alimentados con lactancia materna. En los que llevan dieta con lactancia artificial, utilizar fórmulas con espesante puede ser una opción. Añadir espesante a la leche materna siempre es mejor opción que suspenderla. Por último, fármacos como el alginato representan una opción potencial de tratamiento para reflujos considerados poco ácidos o no ácidos tanto en niños alimentados con pecho como con lactancia artificial.