Desde 2012 han surgido nuevas formulaciones (tipo metilfenidato vs estimulantes anfetamínicos) que se distinguen según su composición, modo de liberación y duración de acción. El beneficio de esta diversidad es poder realizar un manejo más individualizado del TDAH en Pediatría.
Los autores proponen un abordaje para la decisión de un fármaco u otro basado en 3 pasos:
- Necesidad terapéutica según el momento del dí El paciente seguramente tendrá diferentes necesidades a lo largo del día. Por ejemplo, un chico con mejoría de síntomas durante las horas escolares pero dificultad con los deberes por la tarde se puede beneficiar de una fórmula de larga acción o de la adición de una dosis en la tarde de liberación inmediata. Si sucede lo contrario, con mayor dificultad en las horas de clase de la mañana, se beneficiará de una fórmula con un mayor componente de acción corta.
- Cumplimiento y facilidad de administració Niños más pequeños o con miedo a tragar comprimidos podrán beneficiarse de formulaciones con nuevas presentaciones: transdérmicos, líquidos, masticables, etc. que proporcionan dosis bajas y graduales. Permiten iniciar tratamientos a dosis más bajas pero con una concentración mantenida a lo largo del día y probablemente un pico menor relacionado con los efectos secundarios que se observan en las formas de liberación inmediata. Para pacientes mayores que necesiten un efecto terapéutico más duradero, también se dispone de fármacos de liberación prolongada con efecto mayor de 12 horas. Finalmente el clínico en este paso también valorará disponibilidad del fármaco, coste, etc.
- Experiencia previa del paciente con fármacos estimulantes. En niños que hayan recibido varios fármacos previamente, revisar según la historia para intentar identificar una mejor respuesta o mejor tolerabilidad con un tipo u otro (metilfenidato vs derivado anfetamínico). Hay que tener en cuenta que una pérdida de efecto en semanas o meses puede reflejar el impacto acumulado de una alimentación inadecuada y déficit de sueño o tolerancia teó Una falta de efecto puede indicar también comorbilidad asociada como trastornos de ansiedad o de aprendizaje. En pacientes que previamente no han recibido tratamiento, interrogar acerca del uso de estos fármacos en familiares y/o amigos ya que sus buenas o malas experiencias podrán influir en el cumplimiento del paciente.
Laura Gómez Recio
Pediatra de AP. CS María Auxiliadora. Béjar (Salamanca)