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Revisión de la dispepsia funcional

20 Dic 2016 | Actualidad, Actualidad Grupo de Trabajo Actualizaciones Bibliográficas, Carrusel

Functional Dyspepsia: An Enigma in a Conundrum. Romano C, Valenti S, Cardile S and Benninga MA. JPGN 2016; 63: 579–584

La dispepsia funcional es un trastorno complejo y heterogéneo en niños que ha aumentado su prevalencia en los últimos años (3-27%), con una alta demanda de consulta a especialidades pediátricas. En muchos casos puede estar asociado con otros trastornos funcionales gastrointestinales. El dolor o malestar debe localizarse en la parte superior del abdomen (zona gastroduodenal), ser recurrente y sin evidencia de enfermedad orgánica ni cambio en la frecuencia de las heces. En el presente artículo se hace una revisión de las publicaciones sobre diagnóstico y tratamiento en la población pediátrica entre 1998 y 2015.

Los síntomas principales (plenitud postprandial, distensión abdominal superior, dolor epigástrico, y saciedad precoz) y los síntomas adicionales (eructos, ardor epigástrico, náuseas y vómitos) son difíciles de objetivar en menores de 8 años. Los subtipos descritos en adultos (síndrome de distress postprandial y el síndrome de dolor epigástrico) no son claramente extrapolables a la población pediátrica. Se revisan los mecanismos fisiopatológicos principales (trastorno de la motilidad, vaciamiento gástrico e hipersensibilidad visceral) y la influencia de factores psicosociales, dietéticos, forma de vida y la relación con la infección por Helicobacter pylori (en los niños, en la actualidad, no hay pruebas suficientes de esta relación causal).

El diagnóstico inicial debe centrarse en buscar signos de alarma (hemorragia, anemia, vómitos persistentes o disfagia, masa epigástrica, y pérdida de peso) que indicarían la necesidad de endoscopia superior inicial. También estaría indicada en caso de que los síntomas sean persistentes o más graves.  En ausencia de estos signos el primer enfoque debe ser conservador, tranquilizando a los padres, explicando los síntomas, evaluando los factores psicosociales relevantes, así como asesoramiento dietético. Se deben descartar otros diagnósticos y valorar iniciar terapias empíricas basadas en los síntomas.

En esta revisión se incluyen y valoran los supresores de la secreción ácida (el más usado en niños), agentes procinéticos, antidepresivos, terapia psicológica, y/o terapia cognitiva conductual .Si fracasa la pauta anterior, el diagnóstico debe ser examinado de nuevo por medio de investigaciones adicionales. Por último se revisan los datos existentes sobre terapias complementarias y alternativas.

Ángel Martín Ruano
Pediatra de EAP. CS San Bernardo Oeste. Salamanca
Profesor Asociado. Facultad Medicina. Universidad de Salamanca

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