La formación en Pediatría y sus Áreas Específicas no incluye como obligatoria una formación en Traumatología infantil. Quizá éste sea el hecho más claro del por qué los pediatras al finalizar su residencia manifiestan inseguridad al tratar este tipo de patologías cuando se encuentran al frente de una consulta de Atención Primaria.
En este artículo se pone de manifiesto con un sencillo estudio que, a pesar de la existencia de guías de derivación de pacientes a una consulta de Traumatología Infantil, se continúan atendiendo variantes de la normalidad o condiciones banales que podrían ser manejadas por un pediatra.
El 91% de las consultas incluían dolor músculo-esquelético (37%), deformidad de los pies (20%), deformidad de la columna (15%), patrón de marcha (11%), alineación de los miembros inferiores (4%) o el desarrollo de la cadera (4%). Por edad, el motivo más frecuente de consulta durante el primer año de vida fue valorar el desarrollo de la cadera; en la primera infancia y la edad preescolar la deformidad de los pies o una alteración en el patrón de marcha, y el dolor músculo-esquelético en la edad escolar y la adolescencia. El 42% de los pacientes presentaron una exploración normal o una variante de la normalidad, siendo más frecuente esto último en la primera infancia y en edad preescolar. El 17% de los pacientes presentaron una condición leve que solo requiere valoración si hay fracaso de un tratamiento con antiinflamatorios y rehabilitación, y el 8% de los pacientes presentaron alguna deformidad que solo precisa tratamiento si provoca alguna sintomatología.
Respecto a algunas patologías retrasos diagnósticos o diagnósticos erróneos pueden ser causa de una incapacidad permanente. Por tanto, la solución no viene por limitar las consultas especializadas sino por el camino de ofrecer una mejor formación en este ámbito.
Sheila de Pedro del Valle
F.E.A de Pediatría. Hospital Nuestra Señora de Sonsoles. Ávila