El dolor abdominal crónico (DAC) funcional se incluye dentro de los trastornos funcionales gastrointestinales en cuya fisiopatología participan factores psicosociales, ambientales y genéticos que favorecen la hiperalgesia visceral. Se han propuesto múltiples tratamientos, ninguno con clara efectividad.
En los últimos años se ha relacionado el DAC funcional con malabsorción de ciertos componentes de algunos alimentos, en concreto azúcares. El efecto osmótico con paso de agua al intestino delgado así como la fermentación por bacterias en el intestino grueso generando gases, puede inducir o aumentar los síntomas de dolor abdominal.
Los FODMAP incluyen oligosacáridos fermentables (fructooligosacáridos y galactooligosacáridos), disacáridos (lactosa), monosacáridos (fructosa) y polialcoholes (sorbitol, manitol, maltitol y xilitol). En población adulta de EEUU con síndrome de intestino irritable se ha demostrado un buen control de síntomas con una dieta baja en FODMAP. En niños sólo existe un estudio con resultados favorables en este país por lo que todavía no existen referencias en el área mediterránea.
Los autores proponen un estudio sobre la implantación de una dieta baja en FODMAP en niños de 5 a 15 años de un hospital de tercer nivel que acuden a consulta de gastroenterología infantil por DAC funcional. Para ello se confeccionó un diario de síntomas y deposiciones, y se les facilitó a los padres una lista con alimentos permitidos y no permitidos.
Finalizaron el estudio 20 pacientes (10 niños y 10 niñas) con una edad mediana de 10 años y una mediana de tiempo de dolor abdominal de 36 meses (RIQ 12-99). Según criterios ROMA III, 13 pacientes se encuadraban dentro de dolor abdominal funcional, 6 en dispepsia funcional y uno en síndrome de intestino irritable. Se les indicó rellenar el diario de síntomas durante 3 días y después iniciar la dieta durante 2 semanas. Los 3 últimos días de la dieta deberían volver a rellenar el diario.
Los pacientes presentaron una reducción de la frecuencia diaria de episodios de dolor abdominal, siendo la mediana inicial de 2 (RIQ 1.33-6.33) y tras la dieta 1.16 (RIQ 0.41-3.33) (p=0.024), así como una disminución en la intensidad del dolor de 4.63 (RIQ 2.51-6.39) a 1.41 (RIQ 0.32-5.23) de la escala EVA (p=0.035). También mostraron una disminución en la puntuación de interferencia con la actividad diaria y en la distensión abdominal. Las características de las deposiciones se mantuvieron sin cambios. Sólo 3 pacientes indicaron que la dieta les resultaba difícil de seguir.
Dado que no hay estudios sobre la seguridad nutricional de esta dieta en niños, tras las 2 semanas se les indicó a los pacientes la reintroducción progresiva de los alimentos en orden indiferente pero en distintos días y a dosis crecientes a fin de identificar alimentos y/o cantidades relacionadas con su dolor abdominal.
Debido al tamaño muestral y sobre todo a la inexistencia de un grupo control, los resultados no permiten establecer conclusiones sobre la eficacia de esta dieta como tratamiento. Cabe destacar que los niños y sus familias consideraron la dieta fácil de seguir y que se obtuvo un índice elevado de satisfacción en los pacientes de este estudio.
Sheila de Pedro del Valle
Pediatra. Hospital Nuestra Señora de Sonsoles. Ávila
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Una alternativa en el tratamiento del dolor abdominal funcional
