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En el mundo de la vacunología, nos encontramos en un momento en el que la investigación científica está dando sus frutos. Asistimos a la incorporación al mercado de nuevas vacunas que nos ayudarán a prevenir enfermedades infecciosas de no poca consideración como la gastroenteritis por rotavirus, o la sepsis por Meningococo B entre otras.

La primera consideración que debemos hacer al tratar el tema es recordar que, cuando una vacuna sale al mercado, es porque ha demostrado su seguridad, inmunogenicidad y eficacia frente a la enfermedad contra la que protege. Y seguirá siendo sometida a estrictos controles postcomercialización por parte de las agencias nacionales e internacionales.

Somos muy conscientes del grado de salud aportado por la gran cobertura vacunal de nuestra población. La parte más difícil de nuestro trabajo llega cuando las nuevas vacunas existentes en el mercado no se incorporan al calendario “oficial” de las vacunas de nuestro país. Ya no tenemos 19 calendarios diferentes, cierto, pero ahora nos enfrentamos a “vacunas financiadas” y “vacunas no financiadas”. Y nos preguntan los padres de nuestros pacientes: ¿por qué?

a-child-receives-an-oral-vaccine-by-world-bank-photo-collection-in-flikr-cc-by-nc-nd-2-0La primera reflexión que me viene a la cabeza es la siguiente. Debemos distinguir entre la “bondad” de una vacuna para prevenir determinadas enfermedades, y los criterios de la Sanidad Pública para incluirlo en el calendario vacunal. No debe ponerse en duda lo primero, por el hecho de que no esté financiada por la Sanidad Pública. Esta última, dispone de unos recursos que repartir, en base a una serie de criterios económicos, sociales, culturales, políticos, etc.

Estos criterios no ponen en duda la eficacia de la vacuna, y así debemos explicárselo a los padres.Por tanto, nuestra obligación como  profesionales tiene dos vertientes. En primer lugar, debemos formarnos para estar actualizados de las nuevas vacunas. Necesitamos tener información rigurosa y objetiva, basada en estudios científicos.

Sabemos cuál es nuestra misión a la hora de aplicar el calendario “oficial” correspondiente, pero también debemos saber de la existencia de las vacunas no financiadas. En segundo lugar, tenemos obligación de informar a los padres, tanto de las vacunas incluidas en el calendario, como de aquellas existentes fuera del calendario. De estas últimas, conviene recordar la información de su ficha técnica, vinculante para nuestro ejercicio profesional. No somos los encargados de explicar a los padres las decisiones de los organismos públicos respecto a la inclusión de las vacunas en los calendarios, pero sí de informarles sobre la posibilidad de prevenir enfermedades con las nuevas vacunas existentes en el mercado.

Recordemos que en nuestro país, las vacunas no son obligatorias y por tanto son los padres los que toman la decisión de vacunar a sus hijos. Serán ellos los que, correctamente informados por nuestra parte, tomen la decisión final sobre la vacunación.

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