Excelente entrevista de Carlota Fominaya en ABC Familia a Jose Ramón Gamo, socio fundador de Centros CADE (Centro de Atención a la Diversidad Educativa), neuropsicólogo y uno de los mayores expertos en dificultades del aprendizaje de nuestro país.
«No hay una pandemia de Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH). Existe una falsa percepción al respecto. Los estudios de prevalencia hablan de una tasa de población de TDAH infantil y adolescente de entre el 3% y el 7%, sin modificaciones históricas», apunta tajante José Ramón Gamo, neuropsicólogo, socio fundador de Centros CADE (Centro de Atención a la Diversidad Educativa) y uno de los mayores expertos en dificultades del aprendizaje de nuestro país. Por sus centros pasan al día cientos de niños con TDAH pero también con dislexia, retrasos del lenguaje, disfasias, trastorno del aprendizaje no verbal (TANV), o dificultades sociales.
¿Qué hay de cierto en que el TDAH se ha convertido en una pandemia?
Es una falsa percepción. Cuando analizas los estudios de prevalencia, es decir, qué porcentaje de población en los distintos países está afectado, no hay modificacione. Los estudios de prevalencia históricamente hablan de que estamos en una tasa entre el 3 al 7%, con esta desviación, y estos porcentajes no han variado.
Es decir, que es algo que existía desde siempre pero no se le había puesto nombre.
Claro. Es decir, hay textos de 1900 y autores que ya describen lo que hoy podríamos denominar un TDAH. Esto viene de principios de siglo XX, pero insisto, los estudios de prevalencia no varían, que son los que te dan la pauta para argumentar que no se está produciendo una pandemia.
¿Cuál es la diferencia, entonces?
Que hoy se conoce, se atiende, se diagnostica… Hoy, cuando se expresa el problema, lo hace generando mucho más trastorno que en otros momentos de la historia. Esto es muy sencillo. Antes, cuando salías del colegio, o del instituto, ibas a la calle a jugar, y cuando se empezaba a hacer de noche, la pauta era que los niños se metían en casa, hacían cuatro tareas de deberes, cenaban, se ponían un ratito la tele y a dormir.
¿Qué es lo que pasaba? Que si uno tenía TDAH, la expresión en una dinámica de calle, jugando al monopatín, o al fútbol, o con los amigos, o sencillamente estando en la calle en lugar de en casa, no generaba tanto nivel de impacto en la familia.
La carga de trabajo escolar hace 15 o 20 años también era infinitamente menor. Hoy en día, la carga de contenido que tienen los chavales y de situaciones reglada (clases de música, inglés, etc.) no la tenía mi generación. Pudiera ser que no ocurría por cultura, porque no era tan relevante, o por una cuestión económica, de que las familias no se lo pudieran permitir…
Ahora en cambio hacen extraescolares de cinco en cinco.
Ahora tenemos a los chavales con jornadas laborales anteriores a la revolución industrial. Es decir, que es una auténtica barbaridad. Se pelea para que la infancia no tenga jornadas de trabajo de 12 horas, se adquiere un derecho de bienestar, y de pronto tienes niños que hacen jornadas desde las 8 de la mañana, terminan a las 5, luego se quedan otra hora más de extraescolares porque sus padres no pueden recogerles antes, y cuando llegan a casa tienen deberes, profesores de apoyo… Estamos hablando de niños que están fácilmente desde las 8 de la mañana hasta las 20:00 de la tarde, sin TDAH.
Si nos referimos a niños con este trastorno, la situación es aun más sangrante. La gente no quiere tomar conciencia de que estamos haciendo que nuestros niños tengan 12 horas de trabajo. Es una auténtica aberración.
Esto no existía en nuestra generación. Antes las actividades lúdicas en la calle, o las propias pautas del juego de mesa de casa eran colectivos… Y esto hacía que la expresión de TDAH fuese infinitamente menos traumática. La clave que resume esto es que hay los mismos niños con TDAH que antes, es decir, que existe una prevalencia de entre el 3% y 7%.
Y que no está ocurriendo o haciendo nada que aumente la cantidad de niños con este trastorno.
El problema no es que esté aumentando ni que esté ocurriendo nada que aumente la cantidad de niños con este síndrome, sino que aumenta la expresión de sus síntomas en forma de trastorno. Esto es lo que está aumentando, y por diferentes razones, entre ellas, por el cambio de las pautas educativas dentro de las familias, y por el cambio de las pautas a nivel social (desaparece la tribu)… Esto es muy sencillo: tú antes entrabas en el metro, y si había un adolescente sentado en una silla y entraba una embarazada o una anciana cualquiera, da igual que fuera un médico, o un chaval de la construcción, le decían: «adolescente, quítate de ahí y deja sitio a la embarazada». Esto no ocurre hoy, no vaya a ser encima que el adolescente vaya y se me ponga chulo. Esto, que al final eran pautas de contención, han desaparecido.
Luego, como digo, desaparece el estilo de vida que teníamos hace veinte años. Ahora son niños con jornadas de 12 horas, con actividades constantemente regladas, muy poca actividad física, un ocio que se lleva a cabo a través de las pantallas… Es decir, una sociedad claramente más estresante.
Solo hay que ver, y esto si que nos tendría que preocupar, cómo aumenta la prevalencia de trastornos ansiógeno-depresivos en la infancia (de alteración del estado de ánimo). Esto es muy preocupante. Donde antes había pocas identificaciones y diagnósticos de ansiedad y estrés en las franjas de edad que consideramos infancia y juventud, ahora hay muchísimas. Y no solo en la población TDAH. Ahí es donde tenemos que mirar qué está pasando. Qué tipo de sociedad, y en qué tipo de rutinas están inmersos estos chavales que tienen trastornos y alteraciones del estado de ánimo que antes eran típicas de la etapa adulta pero no de la infancia.
Se dice que es bueno que los menores con TDAH practiquen mucho deporte. ¿Qué hay de cierto y por que es tan beneficioso?
Sí es bueno, pero dejando claro el objetivo. Lo que hay que romper es esa mentalidad de que el niño TDAH necesita descargar su energía. No se tiene cuenta que un niño de TDAH tiene un problema de regulación: a mayor nivel de actividad, más sobre-activación, y mayor dificultad de regulación. Por ejemplo: un niño TDAH viene de un cumpleaños. Ha estado toda la tarde jugando en la piscina de bolas, haciendo el bruto, para arriba, para abajo, y llega a las 12:00 de la noche a casa. Suponemos que tendría que estar fundido, pero la realidad es que ese niño está con un nivel de sobreactivación que le va a causar un problema de regulación. Le va a costar irse a la cama. Lo mismo que el niño que en verano está revolucionado en la piscina y tiene que salir ya de ahí porque hay que ir a comer…El padre ve que los otros chavales en muy poco tiempo son capaces de regular ese nivel de activación para adaptarlo a la demanda que se produce en ese momento en el ambiente. Él no. Él coge la toalla, vacila al padre, este le persigue, el niño vuelve a entrar en el agua, hace no sé qué… Lleva un nivel de activación que hace que le cueste más que al resto parar.
Entonces, volviendo a la pregunta, la actividad deportiva es determinante, pero como lo es la alimentación y el sueño para todos los niños y para las personas en general. La cuestión es que si estamos hablando de niños esta combinación supone la salud en la infancia: sueño, actividad deportiva —fundamentalmente aeróbica— y una buena alimentación.
Estos niños, ¿tienen problemas del sueño?
Los estudios del sueño indican que el sueño profundo no hay diferencia. Estos niños quizá tardan más en conciliar en las primeras fases del sueño, pero también hay razones objetivas que se podrían asociar claramente: llevan un nivel de estrés, de conflicto a lo largo de todo el día, mayor que otros pequeños. Han pasado por la bronca con los deberes, movidas luego por la noche cuando llega el momento de la ducha, la cena, el «vete a dormir»… Les pasa como a una persona adulta que puede estar físicamente “doblada” de cansancio, que como tenga un problema personal va a tener el cerebro en alerta trabajando con los pensamientos que le preocupan y aunque esté “fundida”, no va a pegar ojo.
Los niños con TDAH, al tener más situaciones de tensión, y un alto nivel de estrés debido a un mayor número de conflictos desde que son muy pequeños (problemas que se prolongan hasta las horas a las que se tiene que iniciar el descanso…), tienen peor entrada en el sueño, pero cuando entran en la fase en la que se hace la recuperación cerebral, la hacen bien.
El TDAH, cuánto antes se descubra mejor, pero significa un nivel de afectación mayor, ¿es cierto?
Sí. Cuanto antes se descubra mejor, independientemente del nivel de afectación y la repercusión que tenga. Es decir, una detención temprana es verdad que siempre va a venir muy asociada a que la expresión del problema sea más grave, porque eso es lo que les permite a los profesores ver que los problemas o las dificultades son mayores.
Es decir, que hay una relación clara entre los niños que son identificados de forma temprana, con una mayor gravedad. Bien porque se detecta en el retraso del aprendizaje, o bien porque ese niño sea atípico en el comportamiento, o porque a los padres les resulta muy raro el manejo emocional que hace en las situaciones de control de ira, de rabia…
¿Es verdad que a las niñas se las detecta peor?
Esto suele ocurrir en las niñas que tienen el perfil inatento, donde por lo tanto no suelen manifestar problemas de impulsividad en su comportamiento, y por lo tanto no tienen problemas de conducta, ni tienen por qué dar problemas de tipo social… Estas niñas pasan muchas veces desapercibidas, y empezamos a detectarlas por fracaso escolar al final de la Primaria o la Secundaria.
Es decir, que la identificación no es por TDAH. La mayoría de estas identificaciones son por niñas que siempre han sido responsables, que nunca ha habido ningún indicador que llamara la atención. Quizás los padres han pensado que la niña tardaba mucho en hacer los deberes, o que había que estar siempre encima de ella, pero nunca ha demostrado hiperactividad, es inquieta, pero siempre ha tenido amigos, ha ido bien con los estudios e incluso ha tenido buenas notas… Pero cuando ya empiezan a tener mucha exigencia en cuanto a nivel de concentración, de autonomía… Ahí es cuando se les empieza a detectar. Esto la gente no termina de entenderlo, porque estas chicas no expresan trastornos ni comportamentales, ni sociales, ni académicos… Solo empieza a ser patente en la etapa adolescente, cuando aumenta la carga escolar.
¿Cuáles son los factores de desprotección más habituales?
Entre los factores de desprotección tenemos la comorbilidad. El 40% de los niños con TDAH son también disléxicos. Estamos hablando de que tienen dos trastornos del neurodesarollo con mucho impacto en la escolarización. Los trastornos del lenguaje también tienen una prevalencia muy alta, de entre el 6% y el 9%, y eso es un porcentaje muy alto. Que presenten trastornos del estado de ánimo, un 30%. Otro tanto por ciento tiene trastornos de conducta. Por eso decimos que los TDAH puros, solo con los problemas que se describen en la hiperactividad, suponen el 30%. El 70% restante tiene una o más comorbolidades.
Y tienen peor pronóstico.
Sí, porque requieren de más apoyo terapéutico. Aquí es donde empiezan las desigualdades: cuanta más desigualdad haya, el factor de la familia y de los recursos es más determinante. El nivel económico y cultural de la familia se convierte en un nivel de protección y esto no lo tienen todos los niños. Porque si hablamos de dislexia, tendremos un logopeda a razón de 300, 400 euros al mes por dos sesiones de reeducación de media. Con un TEL (trastorno específico del lenguaje), lo mismo. Si además el niño va al psicólogo porque tiene un trastorno del comportamiento o alteraciones en el estado de ánimo, estamos hablando de 50, 90 euros la sesión (dos sesiones mínimas al mes)… Más los profesores de apoyo… Estos niños te pueden salir en una media de 500 y 1000 euros al mes.
¿Qué pasa con las ayudas públicas?
Depende a quién le preguntes. Si se lo preguntas a la Administración, esta te dirá que están los profesionales de Audición y lenguaje en los colegios, que tienen el conocimiento para trabajar con la dislexia, por ejemplo, pero también es verdad que los tiempos de los que disponen y la necesidad de trabajar en grupo no de forma individual, hace que las reeducaciones se prolonguen en el tiempo y sean mucho menos eficaces. No es un problema de que el recurso no esté o que las personas no tengan el conocimiento para hacerlo. Es problema de cómo podemos disponer de este recurso, qué tiempos tienen, cómo podemos hacer…
Si estamos hablando de alteraciones de conducta, con alteraciones en el estado de ánimo, la Administración dirá que ahí están los centros de salud mental, que son públicos, donde ven al niño con una periodicidad de una vez al mes, ¿cómo sujetas un caso de trastorno del comportamiento viendo al niño en una sesión de media hora de una vez al mes?
Pero sí, el recurso está. Y si queremos dar un discurso subjetivo desde la asistencia del recurso se podría defender. Las escuelas tienen maestros en audición y lenguaje, tienen los recursos terapéuticos, y están capacitados para trabajar con problemas específicos de lecto-escritura. Los profesores terapéuticos de apoyo están, y las comunidades autónomas tienen publicados los protocolos de buena praxis con estos niños, donde se señalan las cosas hay que hacer a nivel metodológico con ellos.
Todo eso en la teoría está muy bien, pero en la aplicación real la familia primero tiene que tener dictamen. Entonces de lo que tendríamos que hablar es de la dificultad por la carencia de los recursos y de los tiempos hasta que los padres consiguen que se hagan el dictamen que le permita disponer de estos recursos. Cuando ya lo han conseguido hay que ver la disponibilidad del recurso en su centro y, habiendo disponibilidad de recurso, las condiciones de trabajo.
¿Qué pueden hacer las familias?
La realidad es que, después de 20 años de trabajar con estas familias, lo que veo es que el factor socio-cultural y económico de estas es determinante en la atención de estos niños. Porque la mayoría de recursos están externalizados.
Es decir, estos niños requieren de profesores de apoyo la mayoría de ellos para evitar situaciones de conflicto con las madres sobre todo, que son las que están con ellos por la tarde en su mayoría. Porque estos niños requieren estar monitorizados por la tarde en casa, por sus dificultades de mecanización y autonomía, y esta monitorización no es estacional, estos niños están así hasta su bachillerato, todas las tardes en casa.
Esto me lo pueden criticar mucho, porque la pauta del profesor es que hay que empezar a darles autonomía, y que de esta manera no van a ser autónomos. Pero esto funciona con la población de estudiante neuro-típico. La realidad es que no se puede dejar de supervisar a la población con TDAH en casa, porque son chavales con un 30% de retraso en el desarrollo madurativo de las estructuras neuro-funcionales del cerebro, que no digamos funciones ejecutivas. Y esto se ve con una resonancia funcional.
Es decir, que tienen afectadas todas aquellas áreas que están relacionadas con la gestión y control de las emociones, con la capacidad de inhibir impulsos, de concentración, de organización y planificación, con la memoria ejecutiva o de trabajo, con la autonomía, con la previsión de consecuencias a futuro, con la perseverancia y la voluntad… Estas son las grandes funciones ejecutivas, y estos niños tienen un 30% de retraso en su desarrollo madurativo que afecta a estas áreas.
Como la ignorancia es muy atrevida, nos permitirmos dar recomendaciones generales para casos particulares. Es verdad que si yo tengo un niño que no tiene todos estos niveles de dificultad objetiva, y tiene a la mamá detrás de él haciendo de todo, organizándole, etc, pues entonces diría que como no le empieces a soltar este niño nunca va a adquirir autonomía. La autonomía se entrena y hay que exponerle para que pueda adquirirla, pero cuando estamos hablando de un niño con una afectación a nivel ejecutivo lo que hay que contemplar es que eso va a tener que ser así. La cuestión es cuándo es su momento
Porque ese momento.. ¿llega?
Sí. En la mayoría de los casos, el nivel de madurez de estas áreas se va igualando se va igualando a la norma. En niñas es más acelerado el proceso, porque su ciclo de maduración del lóbulo prefrontal, donde están las funciones ejecutivas, termina hacia los 19 años. En el varón la media de edad la que maduran estas funciones está establecido en los 21, 22, 24 años. Si se ha tratado con las distintas terapias correctamente, hay más oportunidades de que la cosa salga bien. La mayoría de los niños TDAH salen bien
¿Qué es lo que tiene más relevancia en generar un buen pronóstico? ¿Dónde está la clave?
La vinculación emocional de la familia con el niño. Esto sabemos que es de lo más relevante para generar un buen pronóstico, con lo cual ese es un trabajo que tienen que hacer los adultos, los padres… Luego, en muchos casos hay que reconocer que es el tratamiento farmacológico. Todos los estudios, se miren desde el ángulo que se miren, indican que la medicación del TDAH es lo que más correlación tiene con la mejora de su calidad de vida de estos niños, porque hace contención de los síntomas. Por lo tanto, nos guste o no, lo que más efecto tiene es la medicación.
¿Qué se puede esperar de la medicación para el TDAH?
Regula la función ejecutiva. Con lo cual muchos de los trastornos asociados a disfunciones de la función ejecutiva van remitiendo. El niño normaliza conducta, se regula emocionalmente, regula el trastorno, empieza a funcionar en el colegio, y digamos que toda la bola de nieve se frena. Mejora la relación familiar, porque al estar menos disruptivo y tener más autonomía en su tarea escolar mejora el ambiente en casa…
Los sumatorios mejoran el pronóstico. Si además de medicación, se introduce psico-educación en la familia, esto aumenta el efecto, es decir, mejora el pronóstico y mejora la situación estacional del niño con TDAH y su familia. Porque los estudios demuestran que si se introducen juntas la medicación y la psicoeducación (que los padres tengan un alto nivel de formación sobre el problema y manejo del mismo) se mejora más aún el efecto de la medicación. Es como si tu además del anti-inflamatorio haces los estiramientos.
Si aparte de eso, se añade el recurso de terapia de la intervención comportamental (si el niño la requiere), se mejora aún más el efecto de las otras dos intervenciones anteriores. Si aparte tiene apoyo académico, se mejoran las tres intervenciones anteriores. Pero lo que más tamaño del efecto tiene es la medicación nos guste o no.
¿Las posibles mejoras compensan los posibles efectos colaterales de la medicación?
Las investigaciones dicen que sí. El metilfenidato es una medicación del año 52-57, que dispone de estudios longitudinales, que no hay tantas medicaciones que lo tengan… Es decir, tienes una población que ha sido consumidora de metilfenidato en etapa infantil y analizas la evolución hacia su vida adulta. Se habla mucho en repercusión peso y talla de crecimiento. Todos los estudios dicen que no es verdad, no se desvían del percentil talla esperado por la talla del padre y la madre.
Se habla de que puede haber problemas cardiovasculares, pero las personas que han sido consumidoras de metilfenidato en la etapa infantil no tienen mayor incidencia en la etapa adulta con respecto a cualquier otro grupo de población. No hay ninguna evidencia de que el consumo de metilfenidato por parte de la población tenga repercusiones atípicas o diferentes de la población normativa.
Se habla también de que el medicamento para el TDAH es un negocio.
Pues claro que esto es un negocio pero, ¿de qué estamos hablando? Si no fuera un negocio para la farmacéutica podríamos hablar de otras perversidades. ¿Pero si no fuera un negocio como investigaría la farmacéutica? Si no lo hace esta industria, ¿quién narices lo hace? Claro que la farmacéutica tiene un interés mercantil y de negocio. Evidentemente. Eso en si mismo no es perverso. Otra cosa es hablar de sacar un producto que no se lo pueda permitir comprar la mayoría de la población. Gracias a este negocio se produce investigación.