Las lesiones en las manos se encuentran entre los traumatismos más frecuentes en los niños. Suelen aparecer durante actividades deportivas y ocurren con mayor frecuencia entre los 10 y los 17 años. La mayoría de estas lesiones son esguinces, avulsiones óseas de la articulación interfalángica proximal (PIP) y fracturas estables que solo requieren tratamiento sintomático y curan sin secuelas. La incidencia de lesiones importantes en estos casos es baja. No existen pautas específicas sobre el examen clínico y no hay recomendaciones para el uso de radiografías.
Los esguinces simples de los dedos y las pequeñas fracturas tienen una presentación clínica muy similar: dolor, edema y/o hematoma se centran en el lugar de la lesión, la movilidad se reduce ligeramente y no hay inestabilidad ni angulación articular. Por el contrario, las fracturas inestables o desplazadas y las lesiones de ligamentos graves a menudo se presentan con deformidad axial o angular del dedo, incapacidad para mover el dedo o inestabilidad articular.
El objetivo del estudio fue desarrollar una guía de decisión clínica para el diagnóstico y tratamiento de lesiones por hiperextensión de los dedos de la mano. Se incluyeron 300 pacientes consecutivos que tenían entre 6 y 16 años con una lesión aguda por hiperextensión de la articulación interfalángica proximal (PIP) secundaria a actividades deportivas con pelota. Al ingreso, los pacientes fueron explorados por personal médico y se les asignó según un protocolo predefinido al grupo de «alto riesgo» (81 pacientes) o «bajo riesgo» (219 pacientes). Se evaluaron cuatro variables clínicas: (1) ubicación del dolor/hinchazón/ hematoma centrada en la cara palmar de la articulación PIP o en cualquier otra ubicación; (2) presencia o ausencia de deformidad angular o rotacional en extensión y en flexión máxima (evaluación comparada con el lado no lesionado); (3) evaluación de la movilidad activa del dedo; y (4) evaluación de la estabilidad articular y ósea. Al menos 1 de las 4 características clínicas tenía que ser positiva para la asignación al grupo de alto riesgo. Posteriormente se solicitaron radiografías anteroposteriores y laterales del dedo lesionado. Se recopilaron los hallazgos radiográficos patológicos y se analizó el riesgo de complicaciones tardías. Se evaluó el valor predictivo del examen clínico en la identificación de lesiones de bajo riesgo.
La mayoría (67%) de los niños que consultaron no tuvieron una fractura. Ningún niño con un examen clínico de bajo riesgo tuvo un diagnóstico posterior de alto riesgo. Entre 64 diagnósticos clínicos de alto riesgo, solo se encontraron 12 fracturas significativas.
La aplicación de esta guía de decisión clínica tiene una sensibilidad del 100% para descartar una lesión significativa. Los resultados actuales mostraron que la mayoría de las radiografías que se realizan actualmente son evitables. Una vez validada esta Guía, su aplicación clínica mejorará la atención al paciente, reducirá los tiempos de espera en los servicios de urgencias, evitará la exposición innecesaria a la radiación y posiblemente reducirá los costos.
Ángel Martín Ruano
Pediatra de EAP. CS Miguel Armijo. Salamanca
Profesor Asociado. Facultad Medicina. Universidad de Salamanca