La enfermedad COVID-19 se debe a la infección por el nuevo coronavirus SARS-CoV-2. La evolución de la pandemia nos ha demostrado que no son los “hipercontagiadores” que creíamos. La gran mayoría de los niños que tienen COVID-19 presentan nulos o escasos síntomas. En caso de desarrollar síntomas suelen ser respiratorios (fiebre y tos, los más frecuentes) o digestivos leves, que curan espontáneamente en pocos días. Sin embargo, un porcentaje muy bajo de los niños que se infectan por el virus SARS-CoV-2 puede desarrollar una forma grave de la enfermedad que requiera hospitalización debido a problemas respiratorios o complicaciones de la infección por SARS-CoV-2 como el, cada vez más conocido, síndrome inflamatorio multisistémico en niños asociado a la infección por COVID 19 (SIMS-PedS).
En lugares donde exista una transmisión comunitaria activa de SARS-CoV-2, los niños con síntomas compatibles deben someterse a pruebas de COVID-19 o se considerará que tiene la enfermedad hasta que se demuestre lo contrario. El problema es que los síntomas de COVID-19 agudo no parecen distinguirse fácilmente de otras infecciones virales, muy frecuentes en los niños.
Sin embargo, cuando tengamos niños con fiebre tras un episodio de enfermedad por coronavirus reciente, debemos estar alertas, ya que, según la literatura, este síndrome se desarrolla aproximadamente 2-6 semanas después de la infección por SARS-CoV-2. Por lo general se suelen ver afectados los niños en edad escolar (mediana de 8 años), aunque se han informado casos desde la infancia más temprana hasta adultos jóvenes.
Este artículo hace una revisión sobre los síntomas más comunes en los niños, las recomendaciones que se deben hacer cuando hay una sospecha de caso, y hace especial mención al SIMS-PedS: cuándo sospecharlo, criterios diagnósticos, y repaso somero de manejo y tratamiento.
Eva Navia Rodilla Rojo
Pediatra de Atención Primaria de Salamanca
