Revisión de la bibliografía existente sobre el manejo del síndrome de vómitos cíclicos. Suele presentarse con mayor predisposición en niñas, justo antes de la escolarización y resolverse generalmente en la adolescencia, aunque puede persistir. Tienen más tendencia a padecer migrañas, ansiedad, fatiga y síndrome de taquicardia ortostática postural (POTS). Las medicaciones utilizadas se han dividido en 4 en función de la fase de actuación sobre la que van dirigidas.
La fase 1 o periodo intercrisis requiere cambios del estilo de vida, y puede suponer reducir la frecuencia de los episodios en un 70%. La medicación se recomienda a aquellos que presentan crisis cada 4-6 semanas, o crisis severas que precisen hospitalización o duren más de 2 días. El consenso de la NASPGHAN recomienda ciproheptadina, para menores de 5 años, y amitriptilina para mayores de 5 años. Como fármaco de 2ª línea estaría el propranolol. La respuesta es muy heterogénea. Se postulan también antieméticos como el ondansetrón o el aprepitant, con menos efectos secundarios.
La fase 2 se denomina fase prodrómica y tiene una duración de 90 minutos. Centrando la medicación en un intento por cortar la crisis. El uso de triptanes por vía nasal o subcutánea son más efectivos y cómodos de usar. Se pueden utilizar fármacos antieméticos, acompañados de analgésicos o ansiolíticos si presentan síntomas asociados o precipitantes.
La fase 3 es la fase de vómitos. En ella ya tiene pocas opciones la medicación abortiva. Se contempla principalmente fluidoterapia intravenosa, tratar el dolor abdominal, la cefalea (ketorolaco) y/o las náuseas (aprepitant, ondansetrón), intentando evitar la vía oral. La sedación leve, con benzodiacepinas de corta duración, puede ayudar a yugular la crisis.
La fase 4, fase de recuperación, es relativamente corta, aunque algunos pacientes presentan hiporexia o náuseas con la comida durante alguna semana. Se pueden usar antagonistas H1, antieméticos o analgésicos. Depende de la duración, pueden requerir asistencia nutricional.
La comorbilidad es frecuente, principalmente en forma de ansiedad (entre el 47-59%). Otros trastornos asociados son el POTS, las alteraciones del sueño, que suelen requerir higiene y melatonina para mejorar la calidad de vida y evitar exacerbaciones. Las formas asociadas a migrañas (90%) pueden requerir triptanes para su control, así como anticonvulsionantes en las formas de variante Sato (6%). Las formas asociadas a disfunción mitocondrial (5%) requieren coenzima Q10. Las formas asociadas a menstruación (9%) pueden requerir hormonoterapia.
Gonzalo de la Fuente Echevarría
Pediatra de AP. CS Ciudad Rodrigo. Salamanca