Autor:
Dra. María Escorial
La dislexia es una dificultad para la lectura y para la escritura. Afecta al 10 % de la población. Se engloba dentro de los trastornos del aprendizaje, es decir, niños con mal rendimiento escolar a pesar de tener una inteligencia normal y estar correctamente escolarizados.
Tiene una base neurobiológica y un fuerte componente hereditario. El riesgo de presentar dislexia es del 40-60 % si está presente en alguno de los progenitores. Muchas veces, al diagnosticar a los hijos, los padres refieren que ellos también tuvieron dificultades en su etapa escolar. Es un motivo de fracaso escolar.
Hay que diferenciarlo de las dificultades transitorias que pueden presentar algunos niños en materias puntuales, y que se solucionan dedicando más tiempo y esfuerzo y sin ninguna otra repercusión posterior. En los niños con dislexia, el problema persiste durante toda la vida (aunque con diferentes manifestaciones según la edad) y tiene una repercusión negativa en su escolarización. Cuanto mayor sea su capacidad cognitiva, mejor será la evolución del trastorno. De hecho, hay niños que tardan más en detectarse porque, si su capacidad es buena, desarrollan estrategias que compensan sus debilidades.
Estos niños suelen ser diagnosticados y tratados habitualmente en el entorno escolar, pero cada vez es más frecuente que los padres consulten este problema con el pediatra.
Para entender mejor cómo funcionan los niños con dislexia vamos a ver cómo aprendemos a leer. Primero se aprende la relación entre la letra y su sonido y, al unir toda la secuencia, aparece la palabra (ruta fonológica). Este procedimiento es lento y laborioso. A medida que leemos esa palabra varias veces llega un momento en que formamos una representación ortográfica en nuestra memoria y ya no necesitamos descifrarla letra por letra, sino que la vemos como un «todo» (ruta léxica). Pues bien, a las personas con dislexia les cuesta descifrar las letras y, sobre todo, automatizar la ruta léxica. Conclusión: tienen que leer textos cada vez más complejos utilizando la ruta fonológica (más lenta) con el sobreesfuerzo que eso supone. Normal que no les guste leer: no es que no les guste, es que les cuesta mucho más.
Su lectura se caracteriza por ser lenta, con omisiones, sustituciones, inversiones, problemas de seguimiento visual (se cambian de línea) o problemas de comprensión lectora (les cuesta recordar lo que habían leído en el párrafo anterior y relacionarlo con lo que están leyendo ahora). Si la comprensión lectora está alterada es fácil deducir que la adquisición de vocabulario y conocimientos será mucho más difícil para estos niños. Aprenden mejor si se lo escuchan leer a otras personas.
El aprendizaje de la lectura y escritura se realiza en paralelo, así que es frecuente que también les cueste escribir: la conversión entre grafema (letra) y fonema (sonido) sigue estando presente solo que en sentido inverso.
Algunas pistas que nos pueden orientar a una posible dislexia serían:
Etapa Educación Infantil hasta 2º Ed. Primaria:
Podemos observar dificultad para:
– Nombrar letras, números, colores.
– Aprender el sonido de las letras.
– Memorizar las rimas.
– Memorizar secuencias como los días de la semana, los meses del año, el alfabeto…
Etapa 3º-4º Ed. Primaria:
– Lectura con errores, mucho esfuerzo y poco automatizada.
– Errores al copiar de la pizarra.
– Mala estructuración de la redacción.
– Dificultad para aprender o reproducir palabras poco familiares.
– Les cuesta memorizar las tablas de multiplicar.
Etapa 5º Ed. Primaria hasta 4º ESO:
– Lectura lenta y poco automatizada.
– Dificultades con las lenguas extranjeras.
– Repercusión variable en la comprensión lectora.
– Dificultad para aplicar las normas de ortografía.
– Tablas de multiplicar no automatizadas.
Valoración: las dificultades específicas del aprendizaje (dislexia, disgrafía y discalculia) están enmarcadas dentro de la definición del alumnado con Necesidades Específicas de Apoyo Educativo. Esto sirve para que el alumno tenga derecho a recibir una medida educativa, un recurso personal o material diferente a los ordinarios.
Será el orientador del centro escolar quien valorará al niño, una vez detectadas las dificultades por el maestro o a solicitud del pediatra. En ocasiones, el orientador solicitará informes médicos para completar la información, pero será él quien se encargue de realizar la valoración psicopedagógica y decidirá qué clase de medidas educativas necesita. Estos alumnos tienen una adaptación curricular no significativa.
Los niños con dislexia pueden presentar también otros problemas como discalculia, TDAH o baja autoestima
Tenemos que desterrar algunos mitos relacionados con la dislexia porque interfieren en el diagnóstico precoz:
– «La dislexia está causada por un problema de lateralidad cruzada».
– «Está causada por trastornos de la motricidad ocular o visuoespacial».
– «La dislexia no se manifiesta hasta los 7 años».
– «La dislexia se cura con el tratamiento».
Intervención: el problema de la dislexia es persistente y no remite con el tiempo ni con la instrucción normal que reciben en la escuela. En general, la intervención se realiza de forma intensiva, en grupos pequeños y con un tiempo diario prolongado, durante el cual se enseñen las habilidades de lectura y aquellas relacionadas con su adquisición. Más adelante se pueden enseñar estrategias compensatorias y técnicas de estudio.
Uso de las nuevas tecnologías: existen algunas iniciativas como videojuegos para el tratamiento de la dislexia, con una finalidad claramente educativa y de reeducación (https://www.changedyslexia.org/).