La anafilaxia es una reacción alérgica grave, de instauración rápida y potencialmente mortal. Clínicamente se caracteriza por la asociación de síntomas que afectan simultáneamente a varios órganos. Se puede presentar a nivel de piel (exantema, urticaria o angioedema); aparato respiratorio (rinorrea, broncoespasmo, edema laríngeo o sibilancias); aparato digestivo (dolor abdominal, vómitos, o diarrea) y/o manifestaciones cardiovasculares (taquicardia, hipotensión y pérdida de consciencia).
La prevalencia de anafilaxia en pediatría no es bien conocida. Según datos de la EAACI (Academia Europea de Alergia e Inmunología Clínica) los ingresos hospitalarios por reacciones alérgicas graves se han multiplicado por siete en los últimos diez años. Se calcula que en Europa sufren alergia alimentaria aproximadamente 17 millones de personas. De ese total unos 3,5 millones son niños menores de 2 años. Se estima que la anafilaxia afectaría entre 3,2 y 30 personas de cada 100.000 cada año (así, por ejemplo en España, se producirían probablemente entre 1.500 y 15.000 anafilaxias al año). Sin embargo, su prevalencia va aumentando. El estudio realizado por el Hospital Fundación Alcorcón (Madrid), demuestra que en nuestro entorno unas 113 personas por cada 100.000 habitantes sufren al año una anafilaxia.
Las causas de anafilaxia varían con la edad. Los alimentos suponen la primera causa en niños y adolescentes, un 66% de los casos en el European Anaphylaxis Registry. En orden descendente leche, huevo, pescado, legumbres y frutos secos, son los alimentos más frecuentemente implicados, variando en función de los hábitos dietéticos de cada zona. La segunda causa son las picaduras de himenópteros (abeja y avispa) más frecuentes en edad escolar y adolescentes. La tercera causa, también en adolescentes son los fármacos, sobre todo AINES y betalactámicos. En más del 20% de los casos se necesitan cofactores como el ejercicio físico.
El asma grave o mal controlado se relaciona con un mayor riesgo de reacción anafiláctica grave por alimentos. El mayor número de muertes por anafilaxia se ha descrito en adolescentes y jóvenes adultos, sobre todo cuando la causa es la alergia alimentaria.
La adrenalina es el fármaco de elección en el tratamiento de la anafilaxia y debe ser administrada de forma rápida previa a la llegada a un centro sanitario. El retraso en su administración es el principal factor de riesgo de muerte por anafilaxia. El paciente y su entorno (familia, escuela, club deportivo, etc.) en función de la edad, deben reconocer precozmente los síntomas para iniciar un tratamiento precoz con adrenalina intramuscular.
Es en este contexto de pacientes escolares y adolescentes en riesgo vital, donde las nuevas tecnologías pueden ser de gran utilidad y ayudarnos a salvar vidas. Actualmente las pulseras y teléfonos inteligentes forman parte de la vida de una gran parte de la población y algunas de las aplicaciones que miden constantes y actividad deportiva (frecuencia cardíaca, actividad física, presión arterial, saturación de oxígeno, un electrocardiograma básico, etc.) son muy populares. Su uso en salud ha de cambiar el manejo y automanejo de algunas patologías, entre ellas la anafilaxia.
Proponemos que los pediatras y familias puedan conocer:
FUNDA INTELIGENTE: Es un estuche para autoinyectores de adrenalina que pueden conectarse de forma inalámbrica a una aplicación móvil o trabajar de manera autónoma. Ofrece protección a la luz y al impacto. Está disponible para uno o dos autoinyectores. La aplicación móvil permite conocer en cualquier momento el estado de la adrenalina (alerta si la solución no es transparente y libre de partículas ya que podría no estar en buenas condiciones). Detecta y alerta si ha estado expuesta a temperaturas superiores al rango recomendado y avisa de la caducidad. También avisa si se olvida el autoinyector. Activa un plan de acción en caso de una anafilaxia, y proporciona instrucciones claras sobre cómo administrar el medicamento y notifica del incidente a los contactos predefinidos, indicando la ubicación exacta del paciente vía GPS y localiza los servicios sanitarios o farmacias próximas al lugar del incidente (Fig. 1).
Pulsera inteligente con un biosensor para histamina y un modulo “Bluetooth” para transmitir datos de forma inalámbrica a una aplicación que activa una funda inteligente, y mediante señal lumínica y sonora avisa de la posible puesta en marcha de una anafilaxia. Se transmite aviso a los teléfonos de padres o contactos que se hayan pre-configurado en la aplicación (Fig. 2, 3, 4).
Fig. 2, 3, 4 Pulsera inteligente con biosensor y app que activa alarma en el estuche de adrenalina. http://madebychip.com/aibi.html
Los biosensores para histamina han alcanzado un gran nivel de desarrollo como indicadores de calidad de producto en la industria alimentaria, ayudando a detectar y evitar intoxicaciones debidas a alimentos, sobre todo pescados en mal estado o contaminados. Recientemente se están aplicando a salud humana.
En 2013, en Estados Unidos se promulgó una Ley de Acceso Escolar a la Adrenalina de Emergencia. La legislación federal proporciona un incentivo financiero para que los estados promulguen sus propias leyes que exijan que las escuelas mantengan autoinyectores de adrenalina en buen estado que puedan ser usados en casos de una emergencia. Otros países están siguiendo este ejemplo. El Reino Unido ha aprobado una nueva legislación, permitiendo a las escuelas conservar los autoinyectores de adrenalina de repuesto para uso de emergencia. En España se están llevando a cabo diversas iniciativas dirigidas al Ministerio y a las Consejerías de Salud como “Un colegio, un botiquín, una adrenalina “o “Adrenalina obligatoria en restaurantes y centros escolares”, lideradas por las sociedades científicas pediátricas y con centenares de miles de ciudadanos respaldándolas. Tienen como objetivo que en las escuelas y los lugares públicos estos pacientes puedan tener libre acceso a la adrenalina.
Recientemente se han comercializado,
DISPENSADORES DE ADRENALINA INTELIGENTES: instalados en lugares visibles y accesibles en escuelas, centros comerciales, aeropuertos, restaurantes, etc. pueden salvar vidas. Representan un paso muy importante para todos los pacientes afectados por alergias severas, pero también para aquellos que no han sido aún diagnosticados. La caja instalada en un lugar visible y monitorizada a través de Internet representa la oportunidad de que el personal responsable tenga conocimientos básicos, tenga un plan de acción y reciba instrucciones manteniendo la medicación en buenas condiciones. Quizás en nuestras escuelas en lugar de una dispersión de medicaciones, en no sabemos qué estado, pudiera ser útil y rentable incluso económicamente la presencia de un dispensador (Fig. 5).
Marisa Ridao Redondo
Pediatra de Atención Primaria. EAP Sant Vicenç dels Horts-Torrelles de Llobregat. Barcelona.
Acreditación Europea en Alergia Pediátrica por la EAACI. Acreditación Española en Inmunología Clínica y Alergología Pediátrica por la AEP
Grupo de tecnologías diagnósticas (TECDIAP) de la SEPEAP
Bibliografía
Escarrer Jaume M. Anafilaxia. En De la Flor- Bras. Pediatría en Atención Primaria. 4ª Ed. Madrid. Ergón. 2018. Pág.: 1105-1114.