La evaluación de la hiperbilirrubinemia es una parte integral de la atención del recién nacido (RN). El objetivo principal de un programa de evaluación y manejo de la bilirrubina neonatal es evitar la neurotoxicidad de la bilirrubina, particularmente los trastornos del espectro de Kernicterus. El nomograma de Bhutani de 1999 fue ampliamente utilizado puesto que se definían percentiles específicos por hora de bilirrubina total en sangre en RN ≥35 semanas. Estas gráficas permitían predecir el riesgo de hiperbilirrubinemia partiendo del nivel de bilirrubina sérica previa al alta. Sin embargo, estas gráficas han estado limitadas por sexo, edades gestacionales específicas entre las 35-40 semanas o la raza.
Se plantea, por lo tanto, un nuevo nomograma en el que se evidencia: 1) ausencia de diferencia en los valores de Bilirrubina Sérica Transcutánea (BiTc) entre los RN masculinos y femeninos, 2) valores de BiTc más altos entre los RN prematuros tardíos y a término, y 3) diferencia entre razas: los RN de raza negra tienen valores iniciales de BiTc más bajos mientras que los de raza asiática tienen valores iniciales de BiTc más altos. Asimismo, se adquiere información sólida y específica de valores de BiTc por hora en el periodo de las primeras 12 horas de vida.
Otra de las cuestiones que se plantean es el inicio de la fototerapia, siguiendo las recomendaciones establecidas previamente. Utilizan este nomograma de forma rutinaria en los hospitales de Utah para el inicio de la fototerapia (> percentil 95) y para la estratificación del riesgo de alta. Esto reduce su uso al 5% de los RN sanos respecto al 8-10% previo. Aquellos RN con BiTc previo al alta > percentil 75 son valorados nuevamente a las 24 horas. De todas formas, esto requiere estudios adicionales para establecer la posibilidad de aplicarlo en otros estados y/o sistemas de salud.
El estudio presenta varias limitaciones, por ejemplo, el momento de la primera medición de BiTc (intensidad de la ictericia al nacimiento u hospitalización prolongada por factores maternos). No se ha tenido en cuenta el tipo de alimentación recibida, sabiendo la influencia de la lactancia materna en la ictericia. Por último, apenas se ha obtenido información acerca del seguimiento de estos RN.
Se concluye que, a través de este nomograma, los programas de evaluación y manejo de la bilirrubina neonatal se volverán más efectivos, menos costosos, más enfocados en los recién nacidos con posibilidad de beneficiarse de la fototerapia y más capacitados para prevenir las neurotoxicidades inducidas por la bilirrubina.
Beatriz Martín López-Pardo
Residente de Pediatría. Hospital Universitario de Salamanca