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Cuda S, Censani M. Progress in pediatrics obesity: new and advanced therapies. Curr Opin Pediatr.2022 Aug 1;34(4):407-413

https://journals.lww.com/co-pediatrics/Fulltext/2022/08000/Progress_in_pediatric_obesity__new_and_advanced.18.aspx

En esta revisión se resaltan los avances más significativos en el manejo de la obesidad en la infancia y adolescencia de los dos últimos años. La tasa de obesidad en la infancia se ha triplicado en los últimos treinta años, convirtiéndose en la enfermedad crónica más común. Esta tendencia tan alarmante demuestra la importancia de contar con un abordaje basado en la evidencia científica.

Además, la pandemia de COVID-19 ha incrementado la prevalencia de esta enfermedad, que conlleva un riesgo aumentado de afectación grave, con mayor tasa de ingresos en UCI y necesidad de ventilación mecánica.

El problema es que la mayoría de los niños no reciben tratamiento para la obesidad y en aquellos que lo reciben, las opciones son muy limitadas. Orlistat está aprobado para niños mayores de 12 años, pero en la práctica clínica se usa muy poco debido a sus efectos adversos como dolor abdominal y esteatorrea. Fentermina está aprobado por la FDA solo para mayores de 16 años. Topiramato se ha usado en algunos casos, pero de forma off-label. La metformina también se suele utilizar en esta población, aunque la FDA solo aprueba su uso en mayores de 10 años con criterios de DM tipo 2. Aunque la cirugía también es una herramienta importante, el acceso en la infancia-adolescencia está muy restringido, y aun en aquellos que la reciben, es esencial contar con fármacos que eviten volver a ganar peso. Afortunadamente, se ha aprobado recientemente el uso en adolescentes de 12 a 17 años de un agonista del receptor GLP1 (Liraglutida) y de un agonista del receptor de melanocortina-4 (Setmelanotida) en niños mayores de 6 años con obesidad debida a determinadas patologías genéticas.

Otro de los avances positivos es la disponibilidad de nuevas pruebas genéticas, la mayoría de ellas implican al receptor de melanocortina-4, que modula la regulación del apetito a nivel del hipotálamo. Se ha observado que determinadas complicaciones, que son muy características de este tipo de patologías genéticas, pueden no desarrollarse hasta la segunda o tercera década de la vida, lo que aún dificulta más el diagnóstico precoz. Este tipo de pruebas tienen su interés sobre todo en aquellos niños con obesidad de inicio precoz, antes de los 5 años.

Los autores concluyen poniendo énfasis en estos avances positivos en relación a la obesidad infantil en los últimos años, con la aprobación de dos fármacos y la mayor accesibilidad a pruebas genéticas. La identificación de nuevas mutaciones genéticas ayuda a reducir el estigma de la obesidad vista únicamente como ese desequilibrio entre ejercicio físico frente al consumo energético.

Laura Gómez Recio

Pediatra de AP. CS Virgen de La Concha. Zamora

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