Autora:
Dra. M. Escorial Briso-Montiano.
Pediatra de Atención Primaria.
C.S. El Astillero (Cantabria).
Hasta los 6-8 meses:
Se mantendrá el pie descalzo. Si el ambiente es frío, se abrigará con un patuco o un zapato-guante flexible, sin contrafuertes y de tamaño grande para que no presione ninguna parte del pie.
Cuando comience a gatear:
La suela será flexible con un grosor de unos 3 milímetros. Son útiles las protecciones en el talón y en la puntera.
Cuando comience a caminar:
- La suela debe ser fácilmente flexible mientras el niño camina. La adherencia de la suela será moderada: no debe resbalar ni tener tanta fricción que le pare.
- No es necesario que incluya la articulación del tobillo (para permitir una buena movilidad de la misma).
- Los zapatos deben ser ligeros. Las únicas partes que han de ser más fuertes son la puntera y el contrafuerte del talón, como medida de protección frente a traumatismos.
- La parte superior del zapato debe estar hecha de material poroso que permita la evaporación de la humedad y la transpiración, para evitar maceraciones e infecciones por hongos.
- Los zapatos deben ser planos. La puntera debe ser ancha y alta para adaptarse a la forma del pie y dejar abundante sitio a los dedos.
Debes tener en cuenta que:
- En general los zapatos que son ligeramente grandes son mejores que los demasiado pequeños. Se aconseja cambiar los zapatos antes de que los dedos hagan presión contra el frente del zapato.
- Los zapatos no ayudan al niño a caminar antes ni mejor, ni corrigen las deformidades estructurales del pie. La mayoría de estas pequeñas deformidades no suelen precisar zapatos especiales ni consulta al ortopeda.
- El niño debe ser capaz de caminar libre y naturalmente cuando esté calzado.
- No es necesario gastar una gran cantidad de dinero en los zapatos de tus hijos para tener unos pies sanos y bien desarrollados.
- Deben comprarse por la tarde, probarse en el pie más grande y ser cómodos desde el principio.
Descarga el artículo completo.