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¿Puede la relación que tenemos con la comida en la primera infancia influir en los trastornos de la conducta alimentaria en la adolescencia?

29 Abr 2024 | Actualidad, Actualidad Grupo de Trabajo Actualizaciones Bibliográficas, Noticias

Derks IPM, Nas Z, Harris HA, et al. Early childhood appetitive traits and eating disorder symptoms in adolescence: a 10-year longitudinal follow-up study in the Netherlands and the UK. Lancet Child Adolesc Health. 2024 Apr;8(4):270–279

https://www.thelancet.com/journals/lanchi/article/PIIS2352-4642(23)00342-5/fulltext

La obesidad y los trastornos de la conducta alimentaria son patologías frecuentes que podrían compartir factores de riesgo comunes. La avidez del apetito es un factor de riesgo neuroconductual establecido para la obesidad desde los primeros años de vida, pero su papel en la susceptibilidad al resto de trastornos alimentarios no está claro. El objetivo de este estudio fue examinar las asociaciones longitudinales entre los rasgos del apetito en la primera infancia y los síntomas de trastornos de la conducta alimentaria en la adolescencia.

Se utilizaron datos de dos cohortes longitudinales: Generation R (en Rotterdam, Países Bajos) y Gemini (en Inglaterra y Gales). El estudio incluyó un total de 2801 participantes de la cohorte Generation R y 869 participantes de la cohorte Gemini. Los resultados agrupados tras los metaanálisis mostraron que una mayor sensibilidad a la comida en la primera infancia aumentaba las probabilidades de sufrir síntomas tipo atracones (odds ratio [OR]agrupada 1.47, IC 95% 1.26-1.72), comer de forma incontrolada (1.33, 1.21-1.46), comer de forma emocional (1.26, 1.13-1.41), conducta restrictiva de alimentación (1.16, 1.06-1.27) y conductas compensatorias (1.18, 1.08-1.30) en la adolescencia. Por el contrario, una mayor capacidad de respuesta a la saciedad en la primera infancia redujo las probabilidades de conductas compensatorias en la adolescencia (0-89, 0-81-0-99) y de comer de forma descontrolada (0-86, 0-78-0-95) en la adolescencia. Comer más despacio en la primera infancia redujo las probabilidades de conductas compensatorias (0-91, 0-84-0-99) y de alimentación restringida (0-90, 0-83-0-98) en la adolescencia. No se observaron otras asociaciones.

Estos resultados sugieren que la relación con la ingesta y las características de la conducta en relación a la comida en la primera infancia pueden ser factores de riesgo neuroconductuales tempranos para los síntomas de trastornos alimentarios en la adolescencia, lo que supone un posible campo de trabajo para evitar morbilidades en la adolescencia y edad adulta.

Cintia Irene Álvarez Smith

Residente de Pediatría. Hospital Universitario de Salamanca

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